LA TRADICIÓN DIBUJÍSTICA ARGENTINA POR PILAR ALTILLO
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La tradición dibujística argentina II
por Pilar Altilio
En la primera nota destacamos la cuestión crítico-política de algunos proyectos de grandes dibujantes nacionales que desarrollaron su trabajo en el campo de la viñeta o la historieta. Dentro del panorama que estamos analizando, la cuestión de lo grupal es otra magnífica vertiente a explorar, llegando en este tramo hasta la Nueva Figuración.
El sostenimiento de algunos proyectos grupales es un fenómeno reiterado en arte y en algunos casos, imprescindible para lograr visibilidad o permanencia. Puede rastrearse como tradición en los tiempos de l’avant garde, cuando eldeber serera la adhesión sistemática a un conjunto de ideas consensuadas, que demarcaban espacios de pertenencia.
Desde las primeras vanguardias en nuestro país, se contorneó un esquema de polaridades que delimitaba un territorio urbano combinado con un corpus de preferencias político- ideológico y dos posiciones claras: la mirada puesta sobre lo nacional o puesta sobre Europa. El Grupo de Florida (1) y el Grupo de Boedo (2), existentes en las décadas del 20 al 30, encarnan esa polaridad y la dirimen, aunque no excluyentemente, sobre todo en el campo literario. Se atribuye al Grupo Florida una mayor identificación con las elites económicas, mientras que al Grupo Boedo se lo ubica más cerca de los sectores obreros y populares. El Grupo Florida se reunía en el centro, mientras que el Grupo Boedo lo hacía en los suburbios. Aquel daba máxima importancia a los aspectos de renovación de las formas artísticas, mientras el segundo, daba máxima importancia a los contenidos sociales y políticos.
En la misma línea están los pintores de La Boca, con su especial atención al paisaje barrial, la escena costumbrista y el movimiento del trabajo portuario. En la década del 30 además, convivían el Grupo Orión integrado por Luis Barragán, Vicente Forte y Leopoldo Presas, de una figuración lírica, junto a los grupos neorrealistas que continuaron la línea del Grupo de Boedo, en relación al plano de la militancia política, pero que lograron renovar la pintura con el intento de superación de las vanguardias. Entre sus integrantes, Antonio Berni, Juan Carlos Castagnino, Demetrio Urruchúa y Enrique Policastro trabajaron sus arquetipos, otorgando valores estéticos y sustancia moral a sus representaciones de la figura humana. El tipo de figura representado tenía un costado social, habitualmente el antihéroe, perseguido o bajo la presión de la guerra, conveniente para señalar cuestiones verificables en la sociedad que también preocupaban a sus autores. Todos mostraron su costado militante -especialmente trotskista y anarquista- y, participaron de algunos de los movimientos de muralismo que se extendieron por esta época. Recordemos el impacto que tuvo en toda Latinoamérica la lección del muralismo mejicano, en el sentido de recrear la propia historia nacional hasta volverla popular e inscripta en la ciudad como obra de todos.
Ese mismo arte social, permitió la formación de otro grupo a mediados de la década del 40 que se agrupó en torno a la Universidad de Tucumán, captados por esta casa de altos estudios luego de que los expulsaran de las Universidades de Buenos Aires y Mendoza por motivos político-ideológicos. En el grupo de Muralistas Tucumanos militaron Carlos Alonso, Juan Carlos de la Motta, Eduardo Audivert y Alfredo Portillos entre otros, todos en la corriente defiguración crítica-en acuerdo a la categoría propuesta por Jorge Glusberg-. Con un dibujo bien desarrollado que les permitía describir un paradigma personal en la representación de la figura humana, sin omitir la inscripción de dolor y sufrimiento.
Ese desprendimiento de lo político panfletario cambia el enunciado hacia el cuerpo de la pintura, como la conciben ahora los grupos que trabajan en el plano. La ruptura también descansa en la superación de una serie de prejuicios que ataban al artista local: el buen gusto, el rigor, la buena factura y la unidad del cuadro, constituyendo una verdadera apertura hacia la libertad del artista. Contrastando con el Grupo de París - Soldi, Basaldúa, Butler, Victorica- que admitían las herencias europeas alegando que el país estaba en franco atraso de las propuestas vanguardistas; estos otros se proponen el abandono de la estética que se basaba en la retórica de la monumentalidad y en el superhombre por una serie de conceptos surgidos sobre todo de la filosofía existencialista, muy corriente en Francia después de la Segunda Guerra Mundial. Mostrar las tensiones de la historia argentina, renovar los temas por un repertorio nacional y sumergir al espectador en la experiencia de sus contradicciones era una vocación cabalmente expresada en los textos de la Nueva Figuración.
(1)Grupo de Florida
Literatura: Jorge Luis Borges, José de España, Evar Mendez, Conrado Nalé Roxlo, Horacio Rega Molina, Oliverio Girondo , Ricardo Molinari, Leopoldo Marechal, Francisco Luis Bernárdez, Raúl Gonzalez Tuñón, Eduardo González Lanuza,y Ricardo Güiraldes.
Pintura: Raquel Forner, Alfredo Guttero, Norah Borges, Lino Eneas Spilimbergo, Antonio Berni, Aquiles Badi, Héctor Basaldúa, Horacio Butler, Emilio Centurión, Juan del Prete, Emilio Pettorutti, Xul Solar y Ramón Gomez Cornet. (estos pintores son apoyados por la Asociación Amigos del Arte y el Periódico Literario "Martín Fierro". Los lugares de exposición son la Asociación Wagneriana, Boliche del Arte, La Peña y el Sótano del Café Tortoni.)
(2)Grupo de Boedo
Literatura: Leónidas Barletta, Nicolás Olivari, Elías Castelnuovo, Lorenzo Stanchina, Álvaro Yunque, Roberto Mariani, Raúl González Tuñón, Gustavo Riccio, Aristóbulo Echegaray, Alberto Pinetta, César Tiempo, este último quien escribió también bajo el seudónimo de Clara Beter. Roberto Arlt es a veces incluido en el Grupo Boedo (incluso él mismo lo hace en una entrevista).
Pintura: José Arato, Adolfo Bellocq, Guillermo Hebécquer y Abraham Vigo.
Música: José González Castillo, Cátulo Castillo, Sebastián Piana, Pedro Maffia, Pedro Laurenz, Juan Francisco Giacobbe, entre otros.
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Masotta pertenecerá al grupo contornista desde sus inicios. Frente a la tradición literaria enarbolada desde Sur, los contornistas encontrarán el antídoto en Roberto Arlt, para ellos el súmmum de la nueva estética reclamada por el campo de las letras argentino: realista, lunfarda, confusa, sucia, carente de dinero, de prestigio y de ínfulas míticas.
ResponderEliminarOscar Masotta será, de entre todos ellos, quién más se identificará con el escritor. Como escribirá en “Roberto Arlt, Yo Mismo” en 1965: “Arlt y yo habíamos salido de la misma salsa, conocimos los mismos ruidos y los mismos olores de la misma ciudad, caminamos por las mismas calles, soportamos seguramente los mismos miedos económicos....” (Masotta, 1982: 91). Extraña confluencia, dado que Masotta no llegó a convertirse jamás en un escritor de ficción. Encontraba en Arlt una cierta hermandad producto de su origen social, de la de pertenecer “a la clase media, una clase condenada a un cinismo pueril, al ocultamiento, a la imitación, a la mediocridad, al fingimiento, a la histeria, al miedo” (Masotta, 1982: 82).
Masotta leía a Arlt bajo el prisma de Sartre, bajo el existencialismo que reclamaba al hombre, so pena de convertirse en un delator y en un cobarde, una existencia comprometida, continuamente vigilante. Esta idea marcó a los escritores contornistas. Estos“(…) no son (…) la generación peronista, sino la que reclama un movimiento crítico adscripto a la Generación de 1837 cuyo objetivo central es el de lograr en el plano cultural la misma independencia que en el plano político, lo que supone un paralelismo entre ambos y la formulación de una crítica que lea las producciones culturales desde el sistema en el que surgen” (Croce, 1997: 33).
Por lo tanto, el ataque se inicia desde un punto de vista literario [2] no podía más que devenir en adscripción política. Contorno culpará al grupo Sur por su inacción en los años del fraude electoral, por su condición de clase y por su literatura de abstracción y complicidad. Adscribirá a un marxismo heterodoxo que los separaba del liberalismo pero también de los partidos de izquierda tradicional.
En este contexto Masotta conformará, junto con sus amigos Carlos Correas y Juan José Sebreli, el ala más bohemia y dandy de Contorno quienes flirtearán de una manera superficial con el peronismo. Aquí se evidencia la mezcla de historia y anécdota que caracteriza a nuestro sujeto. Sebreli, por ejemplo, comenta una anécdota en donde Masotta entrega a sus alumnos el tema de composición “Dios o Perón”. Un acercamiento burlón y conscientemente limitado.
Carlos Correas elabora: “Doble idealismo, entonces, en nuestro peronismo. Primero, porque, faltos de un conocimiento preciso de la realidad de la estructura política, económica y social del peronismo lo sustituimos por una representación que sólo habitaba en nosotros (la posibilidad de que la clase obrera tomará el poder cedido por Perón); segundo, porque, realmente caotizados al extremo en nuestra propia subjetividad, buscamos cegarla en beneficio de una positiva objetividad peronista que impondría ella misma la etapa histórica de un poder obrero.” (Correas, 1991: 41-42)
Mientras tanto, Contorno encontrara su mesías en Arturo Frondizi, ese político que “tenía libros en su casa.”
La ilusión probará ser de corto alcance, y rápidamente Frondizi defraudará sus esperanzas. Masotta, sin embargo, no participará de los números dobles (7/ 8 de julio de 1956 y 9/10 de abril de 1959, más los Cuadernos de Contorno #1 y #2, de julio de 1957 y febrero de 1958) que tratan al proyecto frondizista, sus esperanzas, su desilusión y caída. Muchos años después escribirá sobre el rol del intelectual “cada vez comprendo más hasta qué punto ese rol tiene que ser ‘teórico’; esto es, que si uno se ha dado la tarea de pensar, no hay otra salida que tratar de hacerlo lo más profundamente” (Masotta, 1990: 10).
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La cúpula central,
ResponderEliminarpatrimonio cultural de la ciudad
En 1946 cinco grandes pintores muralistas plasmaron sus obras en la superficie de 450m2 que ocupa la cúpula central de Galerías Pacífico. Los artistas Berni, Castagnino, Colmeiro, Spilimbergo y Urruchúa, convinieron en realizar una decoración que lograra una construcción iconográfica de los valores primarios y prácticas socioculturales comunes en diversas culturas, como la familia y el contacto con la naturaleza.
Los murales registran una gran cantidad de situaciones, alegorías y mensajes universales. Se advierte, sin embargo, que los artistas buscaron crear sus respectivos bocetos más allá del acuerdo original respecto del conjunto, garantizando con ello la espontaneidad de la creación individual.
Sin duda estos maravillosos murales que hablan por sí solos, ofrecen tantos significados y emociones diferentes como espectadores haya para apreciarlos.
Taller de Arte Mural
Antonio Berni
Juan Carlos Castagnino
Manuel Colmeiro Guimaraes
Lino Enea Spilimbergo
Demetrio Urruchúa
www.galeriaspacifico.com.ar