Reportaje al pintor CARLOS ALONSO


Carlos Alonso, Dante, La divina comedia

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  1. Nació en Tunuyán, donde vivió hasta los siete años. Después se trasladó con su familia a la Ciudad de Mendoza, y a los catorce años ingresó en la Academia Nacional de Bellas Artes de esta ciudad. Allí fue alumno de maestros como Sergio Sergi en dibujo y grabado, Lorenzo Domínguez en escultura o Francisco Bernareggi y Ramón Gómez Cornet en pintura. Compartió sus estudios en dicha academia con otros destacados pintores mendocinos, como Enrique Sobisch y Orlando Pardo. Recibió su primer premio en el Salón de Estudiantes de 1947, y en 1953 expuso en la Galería Viau de Buenos Aires, lo que le proporcionó los fondos necesarios para, un año después, viajar a Europa, donde expuso en París y Madrid. Durante su visita a Londres de 1961, descubrió el acrílico, técnica que adoptó inmediatamente en su pintura posterior, por su secado rápido, lo que permite estupendos resultados.

    En 1951 ganó el primer premio del Salón de Pintura de San Rafael (Mendoza), el del Salón del Norte (Santiago del Estero) y el de dibujo en el Salón del Norte (Tucumán). En 1957 fue el ganador del concurso convocado por la editorial Emecé para ilustrar la segunda parte de Don Quijote de la Mancha y Martín Fierro (1959), y dos años después obtuvo el Premio Chantal del Salón de Acuarelistas y Grabadores de Buenos Aires. En 1963 se editaron en la Unión Soviética unas tarjetas postales con imágenes de "El Quijote". Para las ilustraciones eligieron a Gustave Doré, Honoré Daumier, Pablo Picasso y Carlos Alonso.
    Realizó múltiples exposiciones tanto individuales como colectivas junto a otros artistas tales como Antonio Berni, Pedroni, Cerrito, Giovanni Bressanini, Monaco, Luis Videla, Robirosa, Horst, etc.

    En los 1990 se le encargaron las pinturas para los paneles centrales en la cúpula del Teatro del Libertador General San Martín en la importante ciudad argentina de Córdoba.

    En el año 2005, en el que la obra de Cervantes cumplía 400 años, el Museo del Dibujo y la Ilustración realizó una muestra homenaje en el Museo Eduardo Sívori de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde fueron expuestos grabados y dibujos originales realizados por Carlos Alonso para ilustrar la obra más significativa del habla hispana.

    Ha ilustrado, entre otras obras literarias, Romancero criollo, Antología de Juan, la Divina Comedia, El juguete rabioso, Irene, Lección de anatomía y Mano a mano. Es tío del reconocido Gran Maestro de ajedrez Salvador Alonso.

    Sus obras se han expuesto en numerosas muestras, entre otras, en la Art Gallery International (Buenos Aires), donde, en 1967, presentó unos 250 trabajos referidos a Dante y a la Divina Comedia; el Museo Nacional de Bellas Artes (México), y el Museo de Arte de La Habana (Cuba), donde realizó una exposición de tapices y collages. En 1971 expuso en las galerías italianas Giulia de Roma y Eidos de Milán, además de en la Bedford Gallery de Londres.

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    Tras el golpe de Estado de 1976 y la desaparición de su hija Paloma al año siguiente, Alonso se exilió a Italia, y en 1979 se trasladó a Madrid.

    Dos años después regresó a Argentina, y a partir de ese momento realizó numerosas exposiciones: en la Galería Palatina de Buenos Aires, entre los años 1982 y 1996; en el Museo Nacional de Bellas Artes, de 1990 a 1995, y en otras muchas galerías argentinas, como la Zurbarán o la Bariloche.

    Aunque la pintura de Alonso no se comprende con facilidad, su riqueza reside en las continuas paradojas que plantea entre subjetividad y racionalidad, entre caos y orden, entre placer y disciplina. En la obra de Alonso están presentes, además, las heridas producidas por la dictadura militar, apostando por el compromiso político, sin descuidar el erotismo que se percibe en otra parte de su producción artística.

    Alonso ha recibido en dos ocasiones el Premio Konex de Platino (1982 y 1992) como el mejor Dibujante de la década de la Argentina y en 2012 recibió el Premio Konex Mención Especial a la Trayectoria de las Artes Visuales por su trabajo de toda su vida. es.wikipedia.org

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  2. 700 años de actualidad Entrevista con el poeta y periodista Jorge Aulicino, nuevo traductor al español de la Divina comedia, la magistral obra de Dante Alighieri.


    “Ojalá la Divina comedia contribuya a que la poesía no olvide lo que debe tener de narrativo”, le dice a América XXI el poeta y periodista argentino Jorge Aulicino. Acaba de publicar su traducción al español del Infierno, la primera de las tres partes del clásico que Dante escribió en el siglo XIV, una de las grandes obras de la literatura universal que sigue despertando admiración y también controversias (ver recuadro). El poema narra un viaje realizado por Dante a través del Infierno, el Purgatorio y el Paraíso. Por ahora Aulicino publicó en una exquisita edición bilingüe, en verso y con ilustraciones del artista Carlos Alonso la primera parte de la obra, pero avisa que ya vienen las restantes. Así, se inscribe en una tradición que inauguró Bartolomé Mitre, primer traductor argentino de la Divina comedia, cuya versión se publicó en 1889 (la primera en español dataría del siglo XV, pero está perdida) y recupera en un lenguaje actual y sumamente cuidado de un clásico inevitable que como Homero, Goethe, Cervantes, Shakespeare, vale la pena visitar aunque pasen 700 años o más.

    ¿Por qué una nueva traducción de la Comedia?

    Quería hacer mi propia experiencia con la Comedia. Antes que nada, fue un trabajo personal. Si la leía, debía traducirla mentalmente (yo no “pienso” en italiano, como se dice ahora), y si la traducía mentalmente, ¿por qué no anotar la traducción? Eso fui haciendo en mi blog, públicamente, canto a canto. Al final resultó que no me parecía una mala traducción, y por eso salió el Infierno.

    Bartolomé Mitre, el primer traductor local, se había pasado 40 años obsesionado con la obra de Dante. Él y los traductores que le siguieron son críticos con sus antecesores. ¿Qué rescata de las otras versiones rioplatenses?

    Son buenas. Es más discutible la de Angel Battistessa, en todo caso, que la de Mitre, tan escarnecida. Mitre tradujo, creo yo, de un modo que podríamos llamar ingenuo, natural. La tradujo en el idioma literario de su época. Eligió ceñirse a la rima y la métrica originales, y por eso, también, su trabajo es menos cuestionable: donde había que resolver a favor de la rima no tenía otro remedio que hacerlo. Y lo hizo usando los artilugios retóricos de su tiempo, ese lenguaje literario oficial académico pos romántico. Battistessa tenía otra libertad, pero la usó a su modo. No es torpe, pero innecesariamente, a mediados del siglo XX, usó un molde arcaico convencional. No quiero decir que usó arcaísmos, eso me parece bien, sino que el modelo de lenguaje era ya viejo. No es porque sí que se traduce una obra clásica una vez y otra. Se supone que debe responder a los usos de la lengua, en lo posible sin traicionar el espíritu de la lengua original. ¿Qué necesidad tenía de traducir, por ejemplo “ya estaba donde oíase el rimbombo”? Mitre traduce en cambio: “Llegué hasta un sitio donde el rimbombo oía”. El academicismo, paradójicamente, es más rancio en Battistessa que en Mitre, en este caso.

    Sobre la Comedia, sobre los grandes clásicos en general, cabe la posibilidad de hacer lecturas y relecturas desde distintos ángulos, el literal, el alegórico, el de época, el actualizado, por citar algunos. ¿Cómo se balancea esa multiplicidad de abordajes?



    (...)
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    americaxxi.com.ve

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