viernes, 7 de octubre de 2016

NUEVO REALISMO: DIÁLOGO ENTRE GIANNI VATTIMO Y MAURIZIO FERRARIS

EL NUEVO REALISMO: DIÁLOGO ENTRE GIANNI VATTIMO Y MAURIZIO FERRARIS

Aunque un poco tarde, al menos el suplemento Eñe ha decidido hablarnos del denominado “Nuevo Realismo”. Lo hace retomando un diálogo que mantuvieron elpasado verano Gianni Vattimo y Maurizio Ferraris. Este es el resultado:
¿Seguimos siendo posmodernos o estamos acaso por convertirnos en “neorrealistas”, volviendo al pensamiento fuerte? El debate filosófico está abierto. Gracias, asimismo, a la conferencia que se llevará a cabo en Bonn, Alemania, el año próximo sobre el “New Realism” en la que participarán, entre otros, Umberto Eco y John Searle.
Maurizio Ferraris. Los últimos años enseñaron, me parece, una amarga verdad. Que la primacía de las interpretaciones sobre los hechos, la superación del mito de la objetividad, no tuvo los resultados de emancipación que imaginaban filósofos posmodernos ilustres como Richard Rorty o vos mismo. No sucedió, por lo tanto, lo que anunciabas hace 35 años en tus excelentes clases sobre Nietzsche y el “devenir fábula” del “mundo verdadero”: la liberación de las restricciones de una realidad demasiado monolítica, compacta, perentoria, una multiplicación y deconstrucción de las perspectivas que parecía reproducir, en el mundo social, la multiplicación y la liberalización radical –creíamos entonces– de los canales televisivos. Ciertamente, el mundo verdadero se transformó en una fábula, es más, se ha convertido en un reality , pero el resultado es el populismo mediático, donde –siempre que se tenga el poder– se puede pretender hacer creer cualquier cosa. Esto, lamentablemente, es un hecho, aunque los dos desearíamos que fuera una interpretación. ¿Me equivoco?
Gianni Vattimo. ¿Cuál es la “realidad” que desmiente las ilusiones posmodernas? Hace once años, mi dorado librito La sociedad transparente tuvo una segunda edición con un capítulo agregado escrito después de la victoria de Berlusconi en las elecciones. Yo ya constataba la “desilusión” a la que te referís; y reconocía que si no se daba esa prescindencia de la perentoriedad de lo real que había prometido el mundo de la comunicación y los medios masivos contra la rigidez de la sociedad tradicional, era sólo a causa de una permanente resistencia de la “realidad”, pero justamente en la forma del dominio de poderes fuertes (económicos, mediáticos, etcétera). Por lo tanto, toda la cuestión de la “desmentida” de las ilusiones posmodernas es sólo una cuestión de poder. La transformación posmoderna alcanzada realistamente por quien consideraba las nuevas posibilidades técnicas no se logró. De este “hecho”, me parece, no debo aprehender que el modernismo es una mentira; sino que estamos a merced de poderes que no quieren que la transformación sea posible. ¿Cómo confiar en la transformación, empero, si los poderes que se le oponen son tan fuertes?
M.F. Tal como lo planteás, el poder, es más, la prepotencia, es lo único real en el mundo, y todo el resto es ilusión. Te propondría una visión menos desesperada: si el poder es mentira y sortilegio (“un millón de puestos de trabajo”, “nunca se meterán las manos en los bolsillos de los italianos”, etc.) el realismo es contrapoder: “El millón de puestos de trabajo no se vio”, “se metieron las manos en los bolsillos de los italianos, y cómo”. Por eso, hace 20 años, cuando lo posmoderno celebraba sus fastos y el populismo se calentaba los músculos al costado de la cancha, maduré mi vuelco hacia el realismo (lo que ahora llamo “New Realism”), posición en ese tiempo totalmente minoritaria. ¿Te acordás que me dijiste: “¿Quién te manda hacer eso?”? Pues bien, simplemente la constatación de un hecho verdadero.
G.V. Si se puede hablar de un nuevo realismo, éste, al menos por mi experiencia de (pseudo) filósofo y (pseudo) político, consiste en constatar que la llamada verdad es una cuestión de poder. Por eso me animé a decir que quien habla de la verdad objetiva es un siervo del capital. Siempre debo preguntar “quién lo dice” y no confiar en la “información” ya sea periodística-televisiva o incluso “clandestina”, ya sea “científica” (nunca existe la ciencia; hay ciencias, y los científicos, que a veces tienen intereses en juego). Pero entonces, ¿en quién confiaré? Para poder vivir decentemente en el mundo debo tratar de construir una red de “compañeros” –sí, lo digo sin pudor– con los cuales comparto proyectos e ideales. ¿Buscándolos dónde? Donde hay resistencia: los anti-IVA, la flotilla de Gaza, los sindicatos anti-Marchionne. Sé que no tengo un programa político verosímil, y ni siquiera una posición filosófica “presentable” en los congresos y las conferencias. Pero ahora soy “emérito”.
M.F. Para ser un resistente, aunque sea emérito, tu tesis de que “la verdad es una cuestión de poder” me parece una afirmación muy resignada. Es como afirmar: “La razón del más fuerte es siempre la mejor”. Personalmente estoy convencido de que justamente la realidad, por ejemplo, el hecho de que es cierto que el lobo está en el monte y el cordero en el valle, por lo tanto no puedo enturbiarles el agua, es la base para restablecer la justicia.
G.V. Yo diría más bien: constatemos el fracaso, práctico, de las esperanzas posmodernas. Pero, ciertamente, no en el sentido de volvernos “realistas” pensando que la verdad certificada (“¿por quién?” nunca un realista se lo pregunta) nos salvará, después de la resaca ideal-hermenéutica-nihilista.
M.F. No se trata de volvernos realistas, sino de serlo de una buena vez. En Italia, elmainstream filosófico siempre fue idealista, como bien lo sabés. En cuanto a la certificación de la verdad, hoy hay un sol ligeramente velado por las nubes y eso lo certifico con mis ojos. El 15 de agosto de 1977 Herbert Kappler, ex coronel de las SS nazis y responsable de la ejecución de las fosas Ardeatinas, huyó del Hospital Militar de Celio. Esto me lo dice Wikipedia. Ahora, supongamos que empezaras a preguntarme: “¿Será cierto? ¿Quién me lo prueba?” Se pondría en marcha un proceso que de la negación de la fuga llegaría a la negación de las ejecuciones, y después de todo lo demás hasta la Shoah. Millones de seres humanos asesinados y yo preguntándome sin parar “¿quién lo certifica?”
G.V. Es obvio (¿verdadero?, bah) que para desmentir una mentira debo tener otra referencia. Pero ¿te preguntaste alguna vez dónde está esa referencia? ¿En lo que “ves con tus propios ojos”? Sí, funcionará para entender si llueve; pero ¿para decir en qué dirección debemos orientar nuestra existencia individual o social?
M.F. Obviamente no. Pero decir que “la llamada verdad es una cuestión de poder” tampoco me dice nada en esa dirección, como mucho, me sugiere no abrir más un libro. Hace falta un doble movimiento. El primero, justamente, es el desenmascaramiento, “el rey está desnudo”; y es verdad que el rey está desnudo, de lo contrario son palabras al viento. El segundo es la salida del hombre de la infancia, la emancipación a través de la crítica y el saber (normalmente el populismo sin exagerar intolerante con respecto a la universidad).
G.V. Quien dice que “existe” la verdad siempre debe indicar una autoridad que la sancione. No creo que te contentes ahora con el tribunal de la Razón, con el que los poderosos de todas las épocas nos engañaron. Y que a veces, lo admito, sirvió también a los débiles para rebelarse, sólo a la espera, empero, de instaurar un nuevo orden donde la Razón volvió a ser instrumento de opresión. En suma, si “existe” algo como lo que llamás “verdad” es sólo o decisión de una auctoritas , o, en los casos mejores, resultado de una negociación. Yo no pretendo tener la verdad verdadera; sé que debo rendir cuenta de mis interpretaciones a quienes están “de mi parte” (que no son un grupo necesariamente cerrado y fanático; solamente no son nunca el “nosotros” del fantasma metafísico). En cuanto al llover o no llover, y también sobre el funcionamiento del motor del avión en el que viajo, puedo incluso estar de acuerdo con Bush; respecto de hacia dónde tratar de dirigir las transformaciones que la posmodernidad hace posibles no nos pondremos de acuerdo y ninguna constatación de los “hechos” nos dará una respuesta exhaustiva.
M.F. Si la ideología de lo posmoderno y del populismo es la confusión entre hechos e interpretaciones, no hay duda de que en el enfrentamiento entre un posmoderno y un populista será muy difícil constatar hechos. Pero es de esperar, muchos signos permiten presagiarlo, que esta estación llegue a su fin. También la experiencia de las guerras perdidas, y luego de esta crisis económica, creo que puede constituir una severa lección. Y con lo que afirmo abiertamente que es una interpretación, espero que la humanidad necesite cada vez menos someterse a las “autoridades”, justamente porque salió de la infancia. Si no es en base a esa esperanza, ¿qué estamos haciendo aquí? Si decimos que “la llamada verdad es una cuestión de poder”, ¿por qué los filósofos hicimos al revés de los magos?
G.V. Decís muy poco acerca de dónde buscar las normas del actuar cuando el modelo de la verdad es siempre el dato objetivo. No tenés ninguna duda sobre “quién lo dice”, siempre la idea de que mágicamente los hechos se presentarán por sí mismos. La cuestión de la auctoritas que sanciona la veritas deberías tomarla más en serio. Tal vez yo me equivoque al hablar de compañeros, pero ¿vos creés realmente que hablásfrom nowhere ?
© La Repubblica y Clarín, 2011.
Traduccion de Cristina Sardoy.
****
Quien desee profundizar en ese “nuevo realismo” puede solazarse con los innumerables enlaces que nos proponen nuestros amigos de Labont, el Laboratorio de Ontología (así se denomina, en plan oxímoron) de la Universidad de Turín

2 comentarios:

  1. BELENMARTY - DIC 5, 2014, 9:27 AM

    ENGLISHEl filósofo canadoestadounidense Stephen Hicks visitó el centro de Buenos Aires el jueves 5 de noviembre para participar del lanzamiento de su libro recientemente traducido al castellano, Explicando el posmodernismo.
    En el transcurso de una hora y media, el profesor de la Universidad de Rockford presentó un panorama general de las diversas cuestiones planteadas en el libro, y estableció las diferencias entre la filosofía continental y la angloamericana.

    Para Hicks, estas escuelas de pensamiento están en constante conflicto. Por un lado, se encuentran los ídolos del sistema educativo de América Latina: Rousseau, Marx, Hegel, Heidegger, Foucault, Sartre, Kant, Nietzsche y Derrida. Por el otro, tenemos a Bacon, Locke, Newton, Smith, Hume y Stuart Mill.

    Hicks insiste en la importancia de la educación para luchar contra regímenes populistas disfuncionales.

    Al final de su discurso, no era difícil entender por qué, por ejemplo, los estadounidenses tienen como modelos a seguir a individuos como Steve Jobs, mientras que en Argentina son más como el Che Guevara.

    Hicks ofreció sus perspectivas al PanAm Post, y habló sobre las relaciones entre filosofía y temas como la corrupción, la política y la educación.

    Stephen Hicks explaining the main differences between the Anglo-American and the Continental philosophy. (PanAm Post)
    Stephen Hicks explicando las principales diferencias entre la filosofía angloamericana y la continental. (PanAm Post)
    ¿Quién es más responsable por el fracaso o el éxito de un país: los empresarios, los políticos o los intelectuales?

    Incluso si las decisiones que las personas toman son equivocadas, y conducen en algunos casos a malas consecuencias, hay que respetar su libertad como una cuestión de principios.

    Los políticos son en gran parte culpables, así también como los hombres de negocios que son amigos y coquetean inapropiadamente con los políticos. Pero la culpa más importante, sin duda, va para los intelectuales. Los intelectuales son los que capacitan a los maestros cuando estos van a la universidad. Los maestros luego se hacen cargo de los jóvenes y entonces forman la cultura de la gente para pensar de una manera determinada.

    Ciertamente, los intelectuales que trabajan como profesores universitarios son los que forman a los futuros abogados, periodistas, y personas de todas las profesiones. Por lo tanto, la responsabilidad intelectual es principalmente de los profesores.

    Usted mencionó la corrupción durante su discurso, sobre todo en América Latina. ¿Cómo puede la filosofía luchar contra la corrupción?

    La corrupción es principalmente una cuestión de ética, y las personas aprenden diferentes tipos de sistemas éticos. Algunas personas llegan a creer, moralmente hablando, que este ya es un mundo corrupto, del que no son responsables. Que se salve quien pueda, y creen que si no practican la corrupción, entonces otras personas lo harán y ellos van a ser las víctimas. Por lo tanto, llegan a creer que la corrupción está bien.

    Sin embargo, creo que la mayoría de las personas que están envueltas en actos de corrupción saben que es posible hacer las cosas en la política, o en los negocios, o en cualquier otro aspecto de la vida, sin que haya corrupción.

    Ellos saben que su sistema corrupto está mal, pero aún así decidieron participar en este como un atajo y eso es una irresponsabilidad.

    Los defensores del libre mercado y los derechos individuales generalmente se basan en argumentos utilitarios. ¿Es este el camino correcto para convencer a la gente sobre las ideas de libertad?





    Traducido por Rebeca Morla.

    Belén Marty Belén Marty
    Periodista nacida en Buenos Aires. Vivió en Guatemala, Estados Unidos, Emiratos Árabes Unidos y Jordania. Actualmente está cursando una maestría en Economía y Ciencias Políticas en ESEADE. Ferviente defensora de la libertad. Síguela en Twitter: @BelenMarty.

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  2. Así

    Algunos dicen que el posmodernismo está pasando de moda, y que no tiene el mismo atractivo que ha tenido en décadas anteriores. ¿Estamos saliendo de la fase de la posmodernidad?



    (...)Probablemente lo más acertado sería decir que se ha abierto el debate contra el posmodernismo. Las cosas se mueven más lentamente en el mundo posmoderno.

    En este momento, es apropiado decir que en el mundo académico todavía hay una gran cantidad de posmodernismo, pero también hay una gran cantidad de personas que se resisten y están tratando desarrollar alternativas. Nadie puede decir aún cuál de ellas va a prevalecer.

    Lo que me hace un poco optimista, sin embargo, es que en el mundo intelectual a las personas les gustan los nuevos argumentos y nuevos enfoques. El posmodernismo ha estado rondando por alrededor de una generación, así que estoy empezando a sentir que se volvió un poco añejo.

    Pero a menos que los argumentos de los posmodernistas se contesten a un nivel muy fundamental, estos podrían alejarse por un tiempo y luego volver a aparecer en la próxima generación en una forma ligeramente diferente.


    El éxito del populismo solo funciona cuando se tiene un sistema educativo disfuncional.

    El éxito del populismo solo funciona cuando se tiene un sistema educativo disfuncional. Si usted tiene un sistema en el que las personas no están educadas y no se les enseña a pensar por sí mismas entonces recurren a otras formas de liderazgo, a las que siguen ciegamente

    El problema del populismo disfuncional es un problema de educación. Obviamente, lo que queremos en una sociedad democrática, libre y abierta es que la población esté mejor informada y sea apasionada por la política, pero claro, en una dirección liberal.

    Traducido por Rebeca Morla.

    Belén Marty Belén Marty
    Periodista nacida en Buenos Aires. Vivió en Guatemala, Estados Unidos, Emiratos Árabes Unidos y Jordania. Actualmente está cursando una maestría en Economía y Ciencias Políticas en ESEADE. Ferviente defensora de la libertad. Síguela en Twitter: @BelenMarty.
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