LOS ARTISTAS MÁS ICÓNICOS DE LA DÉCADA DE 1960- JULIE BAUMGARDNERS
Jackie Kennedy: una imagen que fascina como en los 60
Convertida en ícono, su figura no pierde vigencia y genera una fuerte atracción en todo el mundo. Una muestra inaugurada ahora en París revela la faceta menos conocida de Jackie y renueva el magnetismo
09 de Agosto de 2015 | 01:01
La de Jackie Kennedy es una de esas figuras femeninas que trascienden las fronteras del tiempo. Como la princesa Diana de Inglaterra, Jackie es, quizá, uno de los mayores mitos en los que se combina femineidad, poder, estilo y fascinación.
Ahora, una muestra que acaba de inaugurarse en París confirma que su magnetismo excede en mucho las fronteras norteamericanas y atrae la atención del mundo entero.
Bajo el nombre de “Ella se llamaba Jackie”, una exposición en París sobre la ex primera dama estadounidense, con un recorrido por todas las etapas de su vida a través de 150 fotografías, retrata su faceta más desconocida para el público.
Bajo el nombre de “Ella se llamaba Jackie”, una exposición en París sobre la ex primera dama estadounidense, con un recorrido por todas las etapas de su vida a través de 150 fotografías, retrata su faceta más desconocida para el público
Comandada por el considerado biógrafo oficial de los Kennedy, Frédéric Lecompte, alberga material inédito de la esposa, siempre a la sombra del mítico presidente, que lejos de ser recordada sólo por un estilo que marcó tendencia era, según el comisario, “una mujer culta, inteligente, irónica y brillante en todos los sentidos”.
APUNTES
Jackie fue criada en el seno de una familia acaudalada, montaba a caballo desde edad temprana -como refleja alguna de las fotografías-, era buena estudiante y hablaba varios idiomas, entre ellos el francés con fluidez.
Durante su etapa de juventud en París en 1949, uno de sus periodos más libres, estudió en la Sorbona, mostró predilección por el arte, la arquitectura, la poesía y la ópera; y le encantaba pasearse entre las famosas pinturas del Louvre, entre ellas La Gioconda, que sería protagonista en su vida años más tarde.
Cuando conoció a John F. Kennedy, en 1952, según su biógrafo, trabajaba como periodista en Washington, “conducía un descapotable y fumaba dos paquetes de cigarros al día”.
“Siempre quiso ser independiente”, cuenta Lecompte, para quien aunque la primera impresión de Jackie al ver al futuro presidente no fue buena, tras una cena le entusiasmaron su retórica y su elegancia, y descubrió un interés común “por la Historia y el Monopoly”.
El vestido de su boda en 1953 se presenta en la exposición con la única copia que se puede encontrar en el mundo.
TESTIGO
En su matrimonio, Jackie fue testigo de algunos de los momentos más cruciales de la política estadounidense del siglo XX, y aunque no le interesaba aconsejar a su marido, sí le sugirió implicarse en los derechos civiles y mantener una buena relación con Martin Luther King, clave en su mandato.
Tras la fallida intervención militar estadounidense en la Bahía de Cochinos, para apoyar la contrarrevolución de los anticastristas, “Kennedy se echó literalmente a llorar en los brazos de su mujer, se sentía culpable”, señala Lecompte, que subraya cómo Jackie fue un apoyo constante para su marido.
En su matrimonio, Jackie fue testigo de algunos de los momentos más cruciales de la política estadounidense del siglo XX, y aunque no le interesaba aconsejar a su marido, sí le sugirió implicarse en los derechos civiles y mantener una buena relación con Martin Luther King, clave en su mandato
Durante una visita a Francia en 1961, esta se apuntaría uno de sus mayores logros políticos: llevar a EEUU la famosa obra de Leonardo Da Vinci, para descontento de los franceses, gracias a su talante diplomático.
Algunas de las misivas que se intercambiaba con frecuencia en esa época con el entonces ministro galo de Cultura, André Malraux, responsable de esa cesión, pueden verse en esta muestra de la galería Joseph.
Las fotografías dejan constancia además de cómo tras la muerte de Kennedy en 1963 se sumió en una profunda depresión y se apoyó en su cuñado Bobby, alimentando rumores sobre un posible romance que precedió a su segundo marido, Aristóteles Onassis.
“Él tenía un encanto especial, encarnaba la filosofía mediterránea, los colores, la alegría de vivir (..), la hacía reír. Estaban realmente enamorados y Onassis fue un gran padre para sus hijos”, recalca Lecompte.
La última etapa de su vida, tras la muerte del millonario griego, fue la más retirada de la esfera pública. Jackie padecía cáncer y se refugió en Nueva York junto a un hombre discreto, Maurice Tempelsman, un adinerado comerciante de diamantes belga y de origen judío, que se había trasladado a EEUU durante la persecución nazi.
“Tempelsman siempre entendió lo que Jackie simbolizaba para los estadounidenses, por lo que comprendió su deseo de descansar para siempre al lado de JFK”, afirma Lecompte, que ha tenido acceso a los archivos nacionales de ese país.
La muestra se prolongará hasta el 3 de septiembre y está vinculada con otra exposición dedicada a la figura del expresidente de EEUU, “La América de los Kennedy”, en la que se pueden encontrar otros objetos personales, como la mecedora del malogrado presidente norteamericano. Kennedy -no hace falta recordarlo- fue asesinado en Dallas el 22 de noviembre de 1963. Ese día nació un mito que marcaría para siempre la historia de los Estados Unidos.
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París descubre el lado más desconocido de la fue la primera dama de Estados Unidos en "Ella se llamaba Jackie", una exposición que recorre la vida de Jacqueline Kennedy a través de 150 fotografías y que se podrá ver hasta el 23 de septiembre en la galería Joseph.
ResponderEliminarComisariada por el biógrafo de los Kennedy, Frédéric Lecompte, alberga material inédito de Jackie, como por ejemplo instantáneas de paseos a caballo en su juventud. Cuando conoció a John F. Kennedy, en 1952, según su biógrafo, trabajaba como periodista en Washington, "conducía un descapotable y fumaba dos paquetes de cigarros al día". Su vestido de boda, que data de 1953, es un modelo único en el mundo.
Durante una visita a Francia en 1961, Jackie se apuntó uno de sus mayores logro: llevar a EE UU la "Mona Lisa", para descontento de los franceses, gracias a su talante diplomático. Algunas cartas que se intercambiaba con el entonces ministro galo de Cultura, André Malraux, pueden verse en esta exposición.
Las fotografías revelan cómo tras la muerte de Kennedy en 1963 su viuda se sumió en una profunda depresión y se apoyó en su cuñado Bobby, antes de conocer a su segundo marido, Aristóteles Onassis. La última etapa de su vida fue la más retirada. Jackie padecía cáncer y se refugió en Nueva York junto al discreto Maurice Tempelsman, un adinerado comerciante de diamantes belga: "Tempelsman entendió lo que Jackie simbolizaba, por lo que comprendió su deseo de descansar al lado de Kennedy", sentencia Lecompte.www.Ine.es
Salmo cuarto: Las mortajas
ResponderEliminarPor W. S. Merwin
Versión: Jeannette L. Clariond
"La escuela de Wallace Stevens",
de Harold Bloom. Vaso Roto, 2011
Ella hizo para él un techo con sus manos
con la voz de él tejió
los muros para detener el viento
pintó las ventanas con sus sueños
cada una con su reino
y las puertas eran espejos diseñados
desde sus ojos
pero al abrir él se había ido
ida la visión
ido
el testigo
Ella hizo para él una jaula de deseos
él ayudó mientras pudo
proveyó largo tiempo
y seguro ayudó con las tareas más arduas
pero al abrirla
Ella hizo para él una red de acuerdos
donde él pudiera tener un sitio
como un ojo en sus venas
un universo en sus horas
lo colmó de lágrimas
con las lágrimas de ambos
pero al abrir él se había ido
ida
la petición
Ella hizo para él una caja de cierta madera dulce
que sabía que él añoraba desde su niñez
en las esquinas se alzaron columnas que ella pintó como humo
diseñó una estrella en el interior de la tapa
pero al abrirla
Ella hizo para él una cama como tienen los hados
en las palmas del recién nacido
pero allí no reposan
han resucitado
pero al abrirla él
se había ido
idos la risa y el llanto
Construyeron para él una cerca con nombres
cada uno con su historia
como sus propios dientes
lo acusaron
en sus oídos
pero él tenía otros
al abrir los ecos hasta los ecos él
se había ido
Crearon para él un arca de un único árbol y
sitios construidos para él dos de cada
especie
pero antes de llegar la lluvia él
se había ido
idas las leyes de las manos
ida la noches de las venas
idas las pugnas en los templos
y todos los rostros del cielo