Vídeo resumen del Documental: Rubens, el espectáculo de la vida

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  1. . En 1609 los archiduques Alber­to de Austria e Isabel Clara Euge­nia le nombraron pintor de corte, y le concedieron además el privilegio de no tener que residir en la corte de Bruselas, sino de poder permanecer en Amberes. El 3 de octubre de 1609 Rubens contrajo matrimonio con Isabella Brant, que pertenecía a una familia de la alta burguesía local. El bellísimo Autorretrato con su es­posa (h. 1609-1610, Alte Pinakothek, Múnich) y los retratos que realizó de los hijos del matrimonio (Alberto y Nicolás Rubens, h. 1626, colección príncipe de Liechtenstein, Vaduz) muestran a una familia que había adoptado las costumbres y vestimentas de las clases más privilegiadas. Tras varias décadas de guerra, los Países Bajos españoles iniciaron un perio­do de paz con la firma de una tregua en 1609 entre la monarquía española y las Provincias Unidas del Norte, la tregua de los Doce Años. La firma del tratado dio paso a un proyecto de reconstrucción nacional del que supo aprovecharse Rubens, contribuyendo con sus pinturas a la decoración de iglesias y de casas y palacios de la aristocracia y la alta burguesía. En 1609 la ciudad de Amberes le encargó el gran cuadro de La Adoración de los Magos (Prado), que se utilizó para decorar el Ayuntamiento durante la firma de la tregua de los Doce Años. Posteriormente este cuadro entraría a formar parte de la colección de Felipe IV, y en 1628-1629 el pintor lo retocaría y ampliaría con el permiso del rey, incluyendo en él su propio autorretrato. En los primeros años tras su regreso a Amberes, pintó algunos de los cuadros de altar más espectaculares que jamás se hayan realizado, como La elevación de la cruz (1610-1611, catedral de Amberes) y El Descendimiento (1611-1614, catedral de Amberes), y convirtió su estudio en el más importante de la ciudad, educando a numerosos pintores y contratando a jóvenes artistas de la talla de Van Dyck, quien ingresó en su taller como ayudante en 1616. Estos son también los años en los que Rubens colabora con otros destacados pintores flamencos, como Frans Snyders, con quien pinta, entre otros cuadros, Filopomenes descubierto (Prado) y Prometeo (h. 1612, Philadelphia Museum of Art) y sobre todo Jan Brueghel de Velours, en cuyos cuadros Rubens inserta pequeñas figuras realizadas con gran delicadeza, como sucede en la serie de los cinco sentidos (1617-1618, Prado), o en algunas guirnaldas en las que Rubens pinta las figuras de la Virgen, el Niño y los ángeles (Musée du Louvre, París, y Prado). El enorme éxito que llega a disfrutar en Amberes lo demuestra también el encargo que recibe en 1620 para decorar la iglesia de los jesuitas de Amberes con treinta y nueve lienzos que se colocarían en los techos de las naves laterales (destruidos en 1718). El tamaño y la organización del taller de Rubens hacen posible su dedicación a este y otros numerosos proyectos de gran envergadura. Parte del éxito del pintor en estos años se debe al patrocinio que recibe de los archiduques. En 1621 muere el archiduque Alberto y Rubens estrecha su vínculo con la infanta viuda, que continuará gobernando los Países Bajos españoles hasta su muerte en 1633 en nombre de su sobrino el rey Feli­pe IV. Las consecuencias artísticas de la relación entre Rubens y la infanta son importantes. Es posible que la mediación de la infanta influyese en el encargo que recibió en 1621 para decorar el Palacio de Luxemburgo en París, residencia de la reina madre de Francia, María de Médicis. En 1625 o 1626 la infanta Isabel Clara Eugenia encargó al pintor que diseñase veinte grandes tapices para el convento de las Descalzas Reales de Madrid, donde ella había pasado algunos periodos de tiempo durante su infancia y donde aún se conservan los tapices. Algunos de los modelos realizados por el pintor en preparación para este proyecto llegarían a Madrid años más tarde y se encuentran actualmente en el Museo del Prado.
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  2. De entre todos estos cuadros destaca por su significación histórica el Retrato ecuestre de Felipe IV, que se ha perdido (existe una copia en Galleria degli Uffizi, Florencia). Se trata de una imagen del rey rodeado de figu­ras alegóricas que ensalzan su papel como monarca defensor del catolicismo. Tras su finalización, este cuadro se instaló en el salón más representativo del Alcázar de Madrid en sustitución de otro retrato ecuestre pintado unos años antes por el joven Velázquez, pintor de corte de Feli­pe IV. Este gesto encumbraba a Rubens como pintor favorito del rey español, preferencia que confirmarían los numerosos encargos que el pintor recibiría del rey en la década de 1630. Tras su visita a Madrid, Rubens se trasladó a Londres (1629-1630) y más tarde a La Haya (1631), para continuar sus negociaciones a favor de la paz. En Londres recibió el encargo de decorar el Banqueting House, un gran salón que formaba parte del complejo palacial de Whitehall, y para el rey Carlos I realizó también una de sus alegorías políticas más conocidas, Alegoría de la Paz (National Gallery, Londres). Rubens contrajo matrimonio por segunda vez en 1630 (había enviudado en 1626) con Helena Fourment, una bella joven de dieciséis años que se convirtió en su principal fuente de inspiración en la última década de su vida. No solo pintaría varios retratos de ella (Helena Fourment sentada en una terraza, h. 1630-1631, Alte Pinakothek, Múnich), sino que además se inspiró en sus rasgos para definir el tipo de figura femenina que puebla la mayor parte de los cuadros de estos años, ya sean de tema mitológico, como sucede en El juicio de Paris que Rubens pintó por encargo de Felipe IV (Prado) o de tema religioso, como ocurre en La coronación de santa Catalina (1631, Toledo Museum of Art, Toledo, Ohio). Durante los últimos años de su vida, Rubens recibió numerosos encargos de Felipe IV. Entre 1636 y 1638 diseñó para la Torre de la Parada, un pabellón de caza del rey, unas sesenta escenas en su mayoría mitológicas, y entre 1638 y 1640 pintó para el rey un total de veintidós cuadros mitológicos destinados a decorar el Alcázar (la mayor parte de los cuadros que se conservan de estos encargos pertenecen al Prado). En todas estas obras se observa la influencia que la pintura de Tiziano tuvo sobre el estilo de Rubens en esta época, que se manifiesta en una forma de pintar en la que la libertad de factura prima por encima de la precisión dibujística. Rubens había pintado paisajes a lo largo de toda su carrera, pero dedicó especial esfuerzo a este género en la década de 1630. Obras como Paisaje con arco iris (h. 1636, Wallace Collection, Londres) y Paisaje con Het Steen (h. 1636, National Gallery, Londres), demuestran el amor del pintor por el campo y su profunda sintonía con la vitalidad y los ritmos de la naturaleza. En el momento de su muerte, acaecida el 30 de mayo de 1640, numerosos cuadros se encontraban en su estudio, algunos de ellos seguramente obras de encargo aún sin terminar, y otras, más personales, realizadas por Rubens sin la intención de venderlas. Entre éstas se encuentran algunas de las obras más bellas del pintor que pertenecen al Museo, como Las tres Gracias, que seguramente fue adquirida por Felipe IV a los herederos del artista. Además de pinturas, la producción de Rubens incluye también cientos de dibujos y de bocetos, que utilizaba para preparar sus cuadros y que nos permiten apreciar su extraordinario talento artístico. También realizó numerosos diseños para estampas y contrató y controló cuidadosamente a los artistas que se encargaban de grabar sus diseños, preocupándose también por obtener los derechos de reproducción de sus estampas, un ejemplo del riguroso control que ejerció sobre los aspectos económicos de su actividad. Rubens fue ennoblecido por Felipe IV y por Carlos I. Su éxito en las grandes cortes de Europa y su elevado estatus social contribuyeron, tanto como su talento artístico, a convertirle en un pintor de gran influencia.
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