miércoles, 14 de septiembre de 2016

DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO- Serie Maestros de América Latina

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  1. LAS IDEAS EDUCATIVAS DE SARMIENTO:

    Un requisito para la existencia de un Estado nacional es el de conseguir un grado importante de cohesión cultural. Quienes se dedicaron a organizar el Estado argentino no olvidaron esta cuestión y debieron enfrentar una particularidad de nuestro país: la nación se estaba formando con el aporte masivo de inmigrantes de diferentes países, con lenguas y tradiciones diferentes.

    sarmiento

    El Estado se fijó entonces como prioridad la tarea educativa, y con mayor énfasis a partir de la presidencia de Sarmiento, impulsó decisivamente la educación primaria. Se fundaron escuelas de primeras letras en todo el territorio nacional y también se crearon escuelas normales. En el siguiente texto, el historiador Gregorio Weinberg analiza las ideas educativas de Sarmiento y su relación con el modelo de país que se estaba gestando.

    “Las ideas educativas de Sarmiento, en su intento por imponerlas en su país, estaban indisolublemente ligadas a una concepción que las integraba con una política inmigratoria y colonizadora; o expresado en otros términos, propiciaba el pasaje de una Argentina ganadera a otra agropecuaria; uno de los elementos esenciales para lograr esa transformación, tal como se la acaba de enunciar, era la educación que, por entonces y a nivel primario, se juzgaba permitiría la formación de hombres que pudieran ser productores y, simultáneamente, partícipes de ese proceso de cambio. Tenía por tanto la educación una función tanto política como económica y social.

    La difusión de las primeras letras posibilitaría el acceso a la lectura, y por ende, al conocimiento de las ‘cartillas’ a través de las cuales se difundirían las conquistas, asombrosas para la época, de la Revolución Agrícola e Industrial que conmovía a Estados Unidos y Europa Occidental.

    Ahora bien, la preocupación por el nivel primario era correcta para su época, pues educación elemental (o básica o primaria) y educación popular podían considerarse por entonces poco menos que equivalentes. Desde luego que la efectiva alfabetización siguió un ritmo menos intenso del previsto (es el supuesto fracaso que le reprocharon sus críticos más severos).

    Pero ello quizás admita otra explicación: al no alcanzar la propiedad de la tierra (que estaba en manos de un sector reducido, adueñado de gran parte de la pampa húmeda y que paulatinamente se iría apropiando de sus ampliaciones sucesivas, como resultado de la llamada ‘conquista del desierto, concentración de la propiedad explicable sobre todo por el franco éxito de la economía pecuaria exportadora y que por entonces excluía al agricultor), al impedírsele también el usufructo de los derechos de ciudadanía y el ejercicio efectivo del sufragio, el factor educativo no desempeña en este plan el carácter de una variable cambiadora tal como se desprendía del ‘modelo’ sarmientino inicial, sino que pasa a ser una variable modernizados.

    Pero de todos modos, y hechas las salvedades del caso, jugó un papel fundamental inspirando una ley de educación nacionalizadora de la inmigración e integradora del país. Así pues, su función democratizadora y unificadora tuvo sobresaliente importancia durante casi un siglo. Más aún, su influjo sobre la legislación escolar latinoamericana es indudable.”



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