viernes, 11 de noviembre de 2016

Japon el espiritu y la forma. Las mujeres en las pinturas Ukiyo-e. Parte...

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  1. Japonismo es un término que se refiere a la influencia de las artes niponas en las occidentales. La palabra se usó por vez primera por Jules Claretie en su libro L'Art Francais en 1872 publicado ese año.1 Las obras creadas a partir de la transferencia directa de los principios del arte japonés sobre el occidental, especialmente las realizadas por artistas franceses reciben la denominación de japonesque ("japonesca" o "japonerías").

    El arte y la artesanía japonesa fue una de las principales atracciones de la Exposición Universal de Londres (1862).2 Desde entonces los ukiyo-e (xilografías japonesas) se convirtieron en fuente de inspiración para muchos pintores, comenzando por los impresionistas, continuando con los postimpresionistas y modernistas de finales del siglo XIX, y por último para los cubistas de comienzos del siglo XX; todos ellos interesados por la asimetría y la irrgularidad del arte japonés. Se vieron especialmente afectados por la falta de perspectiva, luz sin sombras, las áreas planas de colores vibrantes, la libertad de composición al colocar a los sujetos descentrados, organizados en ejes diagonales bajos al fondo, en su mayor parte. Estas son las principales características del arte japonés que influyó en los artistas occidentales. Estos elementos estaban en contraste directo con la tradición artística occidental y fueron asumidos por la pintura rupturista del siglo XIX y las vanguardias del siglo XX, como recursos liberadores de las convenciones academicistas.


    Durante la era Kanei (1848 – 1854), los barcos mercantes extranjeros comenzaron a llegar a Japón. Después de la restauración Meiji en 1868, Japón acabó con un largo periodo de aislamiento nacional y se abrió a las importaciones de Occidente, incluyendo la fotografía y las técnicas de impresión; a su vez, las láminas ukiyo-e y la cerámica japonesa, seguidos con el paso del tiempo por tejidos japoneses, bronces y esmalte cloisoné y otras artes llegaron a Europa y América y pronto ganaron popularidad.

    El japonismo comenzó con la moda de coleccionar arte japonés, en particular estampas (ukiyo-e), de las cuales los primeros ejemplos se vieron en París. Alrededor de 1856 el artista francés Félix Bracquemond encontró una copia del libro de esbozos Hokusai Manga en el taller de su impresor; habían sido usados como material de embalaje en un pedido de porcelana. En 1860 y 1861 reproducciones (en blanco y negro) de ukiyo-e se publicaban en libros sobre Japón. Baudelaire escribió en una carta en 1861: «Hace un tiempo recibí un paquete de japonneries. Las he repartido entre mis amigos.», y al año siguiente La Porte Chinoise, una tienda que vendía diversos productos japoneses incluían estampas, se abrió en la calle de Rivoli, la calle comercial más a la moda de París.1 In 1871 Camille Saint-Saëns escribió una ópera en un acto, La princesse jaune según libreto de Louis Gallet, en el que una chica holandesa está celosa de la fijación de su amigo artista por un grabado ukiyo-e.

    Al principio, a pesar del contacto inicial de Braquemond con una de las obras maestras clásicas de ukiyo-e, la mayor parte de las estampas que llegaban a Occidente eran obra de artistas japoneses contemporáneos de los años 1860 y 1870, y fue necesario que pasara un tiempo hasta que el gusto occidental accediera y apreciara a los grandes maestros de generaciones anteriores.


    Van Gogh, El ciruelo en flor (según Hiroshige), 1887.
    Al mismo tiempo, muchos intelectuales estadounidenses sostuvieron que los grabados Edo eran una forma de arte vulgar, única de ese período y distinta al legado nacional, religioso y refinado, de Japón conocido como Yamato-e (大和絵, imágenes del periodo Yamato, por ejemplo, las de los maestros Zen Sesshu y Shubun).




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