lunes, 6 de febrero de 2017

Renoir entre mujeres. Del ideal moderno al ideal clásico

1 comentario:


  1. (...) Picasso fue un gran enamorado de Renoir, hasta el punto que podemos seguir las etapas de su trayectoria a partir de las cumbres del francés
    El malagueño fue un gran enamorado del talento de Renoir, hasta el punto que resulta fácil seguir algunas etapas de su trayectoria a partir de ciertas cumbres del francés. En 1900 pintó su propia versión del 'Bal au Moulin de la Galette', donde refleja los cambios sociales acaecidos en el transcurso de un cuarto de siglo. Renoir realizó una pieza vespertina donde se intuye una ingenuidad en el ocio de las clases populares. La naciente tercera República empezaba a comprender la importancia del ocio para frenar los impulsos revolucionarios y un merendero en la colina de Montmartre simbolizaba a la perfección esas intenciones. Los jóvenes bailan, la luz se filtra por todos lados y la escena exhibe una distracción alegre, sin preocupaciones ni atisbos de perversión en un lienzo que encierra en su interior una novela polifónica.
    En cambio nuestro creador más célebre ubicó su homenaje en una negra noche donde tan sólo las luces confieren un mínimo de iluminación. El resto es pura gestualidad que rebosa sexualidad en todos sus ángulos. Unos señores con sombrero de copa observan el baile mientras las parejas bailan agarradas, dos chicas cuchichean habladurías y otra en un primer plano muy descarado parece darnos la bienvenida al abanico de posibilidades de esa nocturnidad sin pudor ni recato.
    Pocos años después Picasso pintó 'Las señoritas de la calle Avignon'. El mito no hubiera sido posible sin una larga estela que empieza en 'Las mujeres de Argel' de Delacroix, sigue con 'El Baño turco' de Ingres, se acentúa con 'Las bañistas' y la 'Fuente' de Gustave Courbet y se concreta con Renoir mediante la 'Mujer desnuda en un paisaje', obra de 1883 que en cierto sentido es el estado maduro de 'Estudio, torso, efecto de sol' (1876), también presente en la exposición barcelonesa.
    La ruina de Renoir
    En 1880 Renoir estaba arruinado. No vendía bien sus piezas y necesitaba dar un nuevo viraje a su carrera para sobrevivir. Viajó por Italia, se empapó de Rafael y en su país natal fijó su atención en Ingres. De esta combinación surgió una etapa en que mezclaba un trazo firme en lo corpóreo y otro más difuminado en el paisaje. Sus temáticas heredadas de otros maestros repercutieron en Paul Cézanne y de ahí alcanzaron la inagotable hambre de conocimiento de Picasso desde una perspectiva completamente distinta.
    Renoir volvería a las bañistas al final de su vida. Su homónimo óleo de 1918 cierra la muestra. Al final de su singladura las mujeres son contundentes, como siempre, pero con un deje más rubensiano con aires de Tiziano. La naturaleza sigue siendo una excusa porque predominan las figuras, las modelos tumbadas y las tres bañistas que juegan al fondo de la composición, oda al placer de pintar en los estertores de su existencia

    Antes de este epílogo Renoir dedicó más de veinte años de su carrera a la intimidad del hogar. Su relación amorosa con Aline Charigot, modelo y esposa, le proporcionará una estabilidad conyugal que reflejará en los motivos de su pintura, más enfocada a escenas cotidianas donde la mujer goza de un protagonismo casi absoluto. En la exposición de la Fundación Mapfre sobresalen 'Maternidad', 'Julie Manet o la niña del gato' y 'Gabrielle y Jean', esta última con la niñera de la familia en el papel principal, algo que se repite en otras piezas, entre ellas un desnudo que confirman el gusto del artista por una feminidad curvilínea y rotunda.(...)
    www.elconfidencial.com

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