viernes, 17 de febrero de 2017

LICURGO, POR MERRY-JOSEPH BLONDEL


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  1. LICURGO Y PERICLES
    Por Ezequiel Solana

    Fue Licurgo un célebre legislador de Esparta, a cuyo código debió sin duda este pueblo su grandeza histórica.

    Las noticias que se tienen de su vida son muy vagas y algunas de las leyes que se le atribuyen se cree que son posteriores a él.

    Dicen que supo poner paz en la ciudad, reconciliando los diferentes partidos, y que luego estableció un código de leyes muy sabias. Para que no se alteraran hizo jurar al Senado que nada se cambiaría antes de su vuelta y para no desligar a su pueblo de este juramento se dejó morir voluntariamente de hambre en su retiro.


    Debió vivir por el siglo IX antes de Jesucristo. Según las leyes de Licurgo, el ciudadano, desde que nacía, pertenecía al Estado, que le condenaba a morir si era de complexión débil o enfermiza.

    No dando gran importancia al cultivo de la inteligencia, educaba a los niños desde los seis años exclusivamente para la guerra, con ejercicios gimnásticos de agilidad, fuerza y destreza, así como privaciones, sufrimientos y frugalidad en la comida. El respeto a los ancianos era una de las primeras virtudes.

    Acostumbrados los jóvenes espartanos a dormir sin comodidad, a correr, saltar y sufrir toda clase de fatigas, llegaban a ser heroicos soldados, hombres siempre dispuestos a sacrificarse por la Patria.

    Como Licurgo, legislador de Esparta, vino a ser Solón, legislador de Atenas. En Atenas a los dieciséis años los jóvenes debían educarse físicamente en los gimnasios, a los dieciocho pasaban al servicio militar y a los veinte entraban en el disfrute de los derechos de ciudadanía.

    Por su parte, Pericles vivió en el siglo V a.C. y llegó a ser un personaje tan ilustre que mereció dar el nombre a su siglo, pues los historiadores lo llaman El siglo de Pericles.

    Era de noble cuna, de gallarda apostura, de grande elocuencia y singular talento, con lo que pronto alcanzó gran superioridad como político, si bien se le achaca en varias ocasiones la falta de probidad y de justicia.

    Trató siempre de halagar al pueblo para conservar el poder, que ejerció por espacio de veinte años, aunque nunca llegó a ser arconte. Fomentó grandemente la cultura.

    Embelleció Atenas con obras de arte de todos géneros, construyendo los Propóleos, magnífico vestíbulo de la ciudadela, adornado con las obras de Fidias, Mirón y Alcamenes.

    Levantó el Partenón en honor de Minerva y el Odeón para representaciones musicales.

    De aquella Atenas dijo Lisipo:

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