sábado, 7 de enero de 2017

HENRI ROUSSEAU, FRANCÉS, 1844-1910 / LA ENCANTADORA DE SERPIENTES-1907

La Charmeuse de serpents [La Encantadora de serpientes]


Rousseau, pintor autodidacta y tardío, viajó muy poco. La mayoría de sus selvas fueron realizadas en el museo de Historia natural y en el gran invernadero del Jardín de las Plantas. Al igual que Roussel en sus Impresiones de África, Rousseau alimenta sus sueños de exotismo en París.

Entre sus más fervientes admiradores, encontramos a Alfred Jarry, André Breton, Guillaume Apollinaire, Robert Delaunay, cuya madre encargó este lienzo, o también Pablo Picasso. A este último, Rousseau dijo un día: "En el fondo, usted hace en el estilo egipcio lo que yo en el moderno". Esta observación es indudablemente sorprendente e, incluso, divertida. Sin embargo, todo en la Encantadora de serpientes es nuevo. En primer lugar, el tema: una Eva negra, en un inquietante Edén, encantadora de una serpiente tan espantosa como era seductora la del Génesis. Luego el estilo: colores tajantes y densos, a contraluz, anticipando aquellos de un Magritte, una pincelada a su vez naíf y precisa, una composición vertical, de innovadora asimetría.

La figura humana, los animales, el decorado vegetal con despliegues fantásticos están ejecutados con la misma minuciosidad en un tratamiento uniforme. Esta mujer encanta a la Naturaleza salvaje, o, más bien, la paraliza en un extraño silencio. El universo fantástico de este lienzo anuncia el surrealismo.
musee-orsay.fr

1 comentario:

  1. Un provinciano en París y convertido en funcionario, llega tardíamente a la pintura luego de cumplir cuarenta años. Autodidacta, recién después de 1893 se dedicará a su pasión. A partir de 1886, expone cada año en el Salón de los Independientes. Molestaba esta libertad de no acatarse a los convencionalismos, sus telas provocaban hilaridad. Se fijan que no ha aprendido a dibujar ni a pintar. Al intentar hacer desaparecer las tonalidades propias imponiendo reglas, no se elimina su felicidad de pintar?. Por el contrario, esas burlas, y aparente no aceptación funcionaron como una prohibición. De algo prohibido, surge un querer lo que se desea.
    Algo sucede, Pissarro y Signac se fijan en este marginal que ignora la perspectiva, con el afám de dibujar figuras en una vegetación exuberante. Aunque el público y la crítica pasarán todo el tiempo tomando su obra en broma, y que su vida habrá estado marcada por la desgracia, él nunca duda, de que su deseo no es un deseo loco ni un deseo vacío que solo se anhela por que no se realiza. Testimonio de eso es la nota autobiográfica que redacta den 1895: "Se ha perfeccionado cada vez más el género original que ha adoptado". De hecho es original, y los pintores oficiales que tanto admira no pueden conceder su aprobación. En cuanto a los impresionistas, tampoco pueden admitir en su campo a un pintor que no está interesado en absoluto en las variaciones de la luz: sus paisajes son inmóviles, y sus figuras rígidas. A finales de siglo, sin embargo, un buen número de artistas de vanguardia, y no menores lo admiran: Delaunay, Kandinsky o Picasso.
    Referencia: Comprender la pintura del museo de Orsay.Artlys. musée d Örsay, 2011

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