martes, 24 de enero de 2017

Bajo los adoquines, la imagen · EUGÈNE DELACROIX

2 comentarios:


  1. Fechas: 1.795 - 1.840

    Obras: 43
    Alfabético
    Cronológico
    Galería


    Comentario

    Francia se deslizó desde los ideales exaltados de la Revolución hacia el imperialismo de Napoleón, de igual manera que transcurrió el camino del arte desde el Neoclasicismo hacia el Romanticismo. Las guerras napoleónicas fueron las primeras en recurrir al patriotismo del pueblo como factor militar, puesto que el suyo fue el primer ejército nacional y no mercenario, contratado por el rey. Los soldados de Napoleón luchaban por su patria y no por el dinero de un rey extranjero. Esto provocó una manera diferente de entender la guerra, en la cual el ardor de los combatientes era distinto, así como el sentido de su muerte. Por primera vez el jefe es secundario frente a la figura del héroe anónimo. La temática de los horrores de la guerra se dejó sentir en el Prerromanticismo, dominado por las tendencias estéticas clasicistas. Gérard, el Barón de Gros, Boisdenier, Meissonier o Proud'hon fueron artistas que se iniciaron en las Academias neoclásicas pero que tiñeron sus lienzos de sentimiento y humanidad. Con frecuencia se sumaron a las novedades literarias de las avanzadillas románticas europeas, como Tolstoi o Stendhal, que se dedicaron igualmente a retratar los efectos de la guerra. Sin embargo, el Romanticismo pleno se sintió a partir de 1830. Se estrenó la obra "Hernani", de Víctor Hugo, y el teatro terminó siendo el escenario de una batalla campal entre clásicos y románticos. Ese mismo año, Próspero Merimée visitó España y compuso su ópera "Carmen". Frente a esta irrupción violenta del sentimiento, el panorama pictórico sigue rendido a los pies de Ingres y al academicismo. Tendrá que ser Géricault, con su agitada vida personal, quien sacuda a los jóvenes pintores y los introduzca de lleno en una estética nueva. Géricault es el primer prototipo de pintor romántico, muerto joven en un manicomio, dentro del cual realizó extraordinarios apuntes de los otros enfermos mentales. Fue el padrino de la generación romántica, en especial de Delacroix, ya que ambos se rinden homenaje mutuo en sus cuadros (el caso más conocido es el de la Balsa de la Medusa, de Géricault, y la Barca de Dante, de Delacroix, en las cuales los pintores se copian y retratan recíprocamente). Los componentes principales del Romanticismo francés fueron el mantenimiento del canon clásico en las figuras, pero con una mayor libertad a la hora de prodigar el color y la luz, así como en unas composiciones casi agresivas por dinámicas y retorcidas. La mezcla de clasicismo y sentimiento lo aproximan estéticamente al Romanticismo alemán y al español respectivamente. En paralelo se desarrolló una Escuela de paisaje similar al eclecticismo español, en el cual destacaron Chassériau y Meissonier. Sientan las bases para el paisajismo de la Escuela de Barbizon y de Corot, precedentes inmediatos del Impresionismo.
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  2. La Libertad guiando al pueblo (La Liberté conduisant le peuple aux barricades) fue pintada por Eugène Delacroix inmediatamente después de los sucesos del 28 de julio de 1830, que motivaron la caída de Carlos X y su sustitución por Luis Felipe de Orleáns, el llamado Rey Burgués.
    En medio de una ciudad en llamas, surge una mujer, con el torso desnudo, que representa a la vez la Liberad y Francia, porta en su mano derecha la bandera tricolor y en la izquierda el fusil. Le acompañan miembros de las diferentes clases sociales, un obrero con una espada, un burgués con sombrero de copa portando una escopeta, un adolescente con dos pistolas, etc., para manifestar la amplia participación y dejar clara que la causa común no mira la procedencia jerárquica. A los pies de la figura principal, un moribundo mira fijamente a la mujer para señalar que ha merecido la pena luchar.
    La composición se inscribe en una pirámide cuya base son los cadáveres que han caído en la lucha contra la tiranía, cadáveres iluminados para acentuar su importancia, que se contraponen con el gesto hacia delante de los combatientes.
    La composición se basa claramente en la Balsa de “La Medusa”, no obstante aquí Delacroix invierte la orientación de las figuras que, en este caso, avanzan hacia el espectador. Los escorzos, el movimiento y la disposición asimétrica de los personajes, recuerdan las obras del Barroco.
    Como advierte Argan, es el primer cuadro político de la pintura moderna, que exalta la insurrección popular contra la monarquía borbónica restaurada, es decir, con esta obra, el romanticismo deja de mirar hacia la antigüedad y comienza a querer participar en la vida contemporánea. En ella el deseo de compromiso político se hace patente al convivir en la representación personajes reales, como el mismo artista.
    El cuadro radica en la extraordinaria brillantez del color y el claroscuro. En la Libertad guiando el pueblo, la luz es un elemento primordial. Estalla con fuerza en la camisa del hombre caído en primer plano para envolver la figura de la alegoría y disolverse por medio de la polvareda con el humo y las nubes, e impedir contemplar con claridad el grupo de figuras que se sitúan tras el personaje femenino, así como las torres de Notre-Dame. Es una luz violenta.
    La pincelada, que recoge lecciones de Goya, es suelta. Las fachadas y tejados de las casas se reducen a un conjunto de minúsculos toques, así como las pequeñas imágenes de soldados en el centro del extremo derecho, que no son más que un conjunto de manchas.
    Se está ante una composición absolutamente dramática donde las líneas y las pinceladas de color se ondulan aumentando la tensión del momento. Todas las formas están recorridas por un movimiento ondulante siendo difícil encontrar una línea recta y más todavía percibir una figura estática o serena.
    La pintura es, en definitiva, una reminiscencia de la Balsa de La Medusa. Al igual que ésta, el plano de la base es inestable a partir del cual nace y se desarrolla de manera ascendente el movimiento. De igual modo, la masa humana culmina con una figura que agita algo, allá un trapo, aquí una bandera. Al igual que su compatriota, en primer plano sitúa los muertos en unas posiciones tremendamente realistas.
    La Libertad guiando al pueblo fue presentada al Salón de 1831 y adquirida por Luis Felipe para el Museo Real. Actualmente este óleo sobre lienzo, la obra maestra de Delacroix, de 260 x 325 cm se conserva en el Museo del Louvre, en París.www.historiadelarte.us

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