miércoles, 25 de enero de 2017

Alfredo Guttero

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  1. Una exposición que por primera vez revela al público la figura de Alfredo Guttero en su doble dimensión de pintor y protagonista central en el armado del campo artístico local, durante las primeras décadas del siglo XX.

    La exposición se divide en dos partes. La primera reúne una selección de 40 obras realizadas por Guttero entre 1912 y 1932. Se trata de un conjunto de óleos y yesos cocidos que muestran los diferentes momentos de su trabajo, desarrollado tanto en la Argentina como en Europa, e incluyen múltiples temas: el retrato, el desnudo, las composiciones alegóricas, los paisajes urbanos y los temas religiosos.

    La segunda parte busca reconstruir los aportes de Guttero como actor cultural a través de textos, revistas, postales, catálogos y un selecto conjunto de obras de otros veinte artistas que participaron de sus propuestas e iniciativas, tales como, Raquel Forner, Víctor Cunsolo, Lino Spilimbergo, Luis Falcini, Alfredo Bigatti, Pedro Figari, Xul Solar, Rafael Barradas, Miguel Victorica, Norah Borges y Horacio Coppola.

    Coleccionismo y disputa con Antonio Berni

    Dos ejes centrales de la presencia de Guttero en Buenos Aires –que se ven reflejados en esta exposición- fueron, por un lado, su relación con el nuevo coleccionismo de clase media porteño y, por otro, su polémica con otro protagonista “moderno”: Antonio Berni.

    Uno de los cambios más relevantes de los años veinte fue el surgimiento de una clase media culta, profesional e independiente, que comenzó a consumir en el mercado artístico, interesándose por la pintura moderna, un ámbito del cual formaba parte Guttero así como también Figari, Victorica y Cunsolo.

    Este movimiento coleccionista impulsó la creación de un espacio alternativo de circulación y difusión del arte local, liderado en sus comienzos por Atilio Larco y Constancio Fiorito.

    Por otra parte, es importante destacar las disputas de la época al interior del grupo de artistas modernos. Aún cuando todos ellos se oponían al arte “oficial”, buscando anular los circuitos tradicionales de exhibición y proponer una nueva relación entre arte y público con nuevos temas y estilos -rompiendo así con la hegemonía del centro y con las pautas clásicas del consumo artístico porteño-, entre los mismos “renovadores” aparecieron diferentes posturas.

    Antonio Berni, por ejemplo, acusaba al grupo nucleado alrededor de Guttero de ser artistas burgueses y reaccionarios, en oposición a su sector que representaría a “los artistas militantes de la revolución”. En este marco, Patricia Artundo ha propuesto la lectura de la obra Oda, de Guttero (1932) como una “respuesta pública” a la pieza Susana y el viejo, presentada por Berni unos meses antes en Amigos del Arte.

    “Alfredo Guttero cerró una década que había estado marcada por la irrupción, desenvolvimiento y expansión de los movimientos de renovación artística y obligó con su acción a una redefinición de los criterios de homologación y a la convalidación de la existencia del movimiento moderno en nuestro país”, sugiere Artundo.
    www.malba.org.ar

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