miércoles, 11 de enero de 2017

Obras de Pedro Figari / PAMPA

2 comentarios:


  1. Pese a que Pedro Figari es mundialmente conocido como un “pintor de Candombes”, en realidad realizó muchísimos otros temas, como escenas de campo, bailes criollos, personajes en el circo, corridas de toros y paisajes de Venecia, sólo para citar algunos. Pero sucede que nadie antes que él, y quizás tampoco después, supo transmitir con tanta convicción en sus pinceles, los cuerpos en movimiento, la colorida vestimenta, la alegría general y la sabiduría profunda de la que se nutre esta fiesta. Porque el Candombe es música y danza festiva, pero también rito sagrado y liberación.

    Pedro Figari, Candombe

    Pedro Figari, Candombe
    Óleo sobre cartón
    60 x 80,5 cm
    ca 1922-33
    Colección de origen: Museo Histórico Nacional


    El cuadro “Candombe” fue pintado probablemente en los años treinta, cuando Figari alcanzó la maestría en estos motivos, con un dominio pleno de sus recursos expresivos. La escena está planteada con un criterio escenográfico, los personajes bailan casi en su totalidad mirando al frente, como si lo hicieran para un público que los observa pasivo desde las butacas de un teatro. En cambio “ellos” están inmersos en la algarabía: en el centro uno se lleva las manos a la boca, como para hacerse oír por encima del repiquetear de los tambores. Junto a él vemos al Rey de la ceremonia, destacado con la banda roja que le cruza el pecho y la estirada galera. Sentado y a sus anchas, el Rey no puede ocultar una enorme sonrisa y un ademán de aprobación con sus brazos abiertos. Un poco más a su costado vemos a la Reina con un vistoso tocado de flameantes colores en su cabeza, y entrambos las figurillas de los tres reyes magos que señalan el apogeo de la fiesta: es 6 de enero. De allí que todos los personajes estén ataviados con lujosas prendas, los masculinos con levitas y galeras, y las mujeres con vestidos de ondulantes y abultadas faldas.

    Desde el punto de vista plástico, este cuadro es una proeza de equilibrio entre la solidez arquitectónica de la composición y el movimiento sugerido de los cuerpos. Figari se sirve de las figuras danzantes como si fueran notas que estuviesen de pie sobre las líneas de un pentagrama. El cartón se divide en bandas horizontales que corresponden a los distintos planos de profundidad, si bien evita toda ilusión de perspectiva (líneas de fuga). En la banda inferior o piso se encuentra el mayor grupo de danzantes. Apenas más “atrás”, sobre una tarima, los reyes y músicos. En las tres ventanas que dan a la pared del “fondo” asoman rostros sonrientes. Los farolitos y los puntos oscuros del pretil dan ritmo secuenciado al conjunto. (...)



    “Los candombes empezaban en Navidad; su apogeo lo alcanzaba el día de Reyes, y duraban los tres domingos siguientes. La gran fiesta era el 6 de enero, día de San Baltasar, el Rey Negro de la leyenda bíblica. Duraban las fiestas tres días seguidos y tenía lugar la consagración del Rey. Antes de empezar las fiestas, recorrían la población solicitando dinero, levitas, galeras, cinturones, collares, cintas y todo cuanto pudiera servir para ataviar con lujo al Rey, así como, el salón apropiado para festejar el acontecimiento.
    Como se les miraba con indulgencia y simpatía, las contribuciones llovían en abundancia […] Después eran las visitas protocolares de cortesía a las familias, recorriendo la ciudad, para terminar con la visita al Gobernador y autoridades, que los recibían deferentemente, haciéndoles toda clase de regalos. El Rey y la Reina eran negros ‘libertos’; no eran esclavos, cuyos oficios alternaban entre cocineros, lavanderas, planchadoras; todos servidores de buenas y distinguidas familias.
    De tarde eran las fiestas en los candombes; duraban tres días, para lo cual los patrones concedían un permiso especial y éstos se entregaban al baile, tan incansables para el trabajo, como para el consagrado candombe

    Miguel Ángel Jaureguy. El Carnaval de Montevideo en el Siglo XIX, ediciones Ceibo. Montevideo, 1944.
    www-museofigari.gub.uy

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  2. Los artistas latinoamericanos del siglo XX han expresado las cuestiones complejas propias del lugar de muy distintas maneras. La redondez de las nubes de Pampa de Pedro Figari, por ejemplo evoca los paisajes que Vincent Van Gogh, pintó en los últimos años de su vida, mientras que las delicadas pinceladas de los arbustos y de los árboles recuerdan las tendencias decorativas de pintores como Pierre Bonnard o Edouard Vuillard, a quienes Figari conoció personalmente.
    Este artista se familiarizó con el modernismo en Europa aunque no decidiera dedicarse de lleno a la pintura hasta 1921, a la edad de sesenta años y después de haber culminado con éxito con éxito su carrera como abogado y escritor en Montevideo. Fue un defensor del arte moderno en Uruguay y Argentina.

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