Lo que los mosaicos romanos revelan sobre el arte antiguo Mosaico de Bailarines Báquicos, Hatay, Turquía. Tiempo estimado de lectura: 6 minutos • Última actualización: 02.20.19 Los mosaicos romanos se componen de imágenes geométricas y de figuras creadas por arreglos de pequeñas piezas de piedra y vidrio. Las formas más tempranas de mosaicos grecorromanos fueron concebidas en Grecia a fines del siglo V aC Aunque los griegos refinaron el arte de los mosaicos figurativos incrustando guijarros en el mortero, los romanos ampliaron esta técnica establecida, usando teselas, cubos de piedra, cerámica, o vidrio: para formar diseños intrincados y coloridos. Hoy en día, estas obras ofrecen una imagen vívida de la antigua vida romana; un vistazo a las actividades cotidianas de una antigua civilización que incluyó concursos de gladiadores, deportes y agricultura, al mismo tiempo que sirve como documentación de artículos cotidianos como comida, ropa, herramientas y arm
Martha29 de noviembre de 2014, 13:11
ResponderEliminarCai Guo-Qiang nació en 1957 en Quanzhou, en la provincia de Fujian, China. Estudió escenografía en la Academia de Teatro de Shanghái y su trabajo ha buscado mezclar diversos métodos de arte, incluido el dibujo, vídeo, escultura y arte interpretativo. Además de dedicarse al arte como tal, gracias a sus estudios en esta academia de teatro participó en dos películas de artes marciales, El resorte y la caída de una pequeña ciudad y el Real Kung Fu de Shaolin. Mientras vivía en Japón desde 1986 hasta 1995, exploró las propiedades de la pólvora en sus dibujos, una técnica que normalmente permite experimentar con explosivos en una escala masiva y de este modo, desarrollar su firma de eventos con explosivos. Dibuja según la filosofía oriental y según la sociedad contemporánea que cuestiona como base conceptual, estos proyectos y eventos apuntados para establecer un intercambio entre lo que supone que se ve y el gran universo que él crea para sus obras, utilizando un sitio específico para aproximarse a la cultura y a la historia. Suele vivir y trabajar en Nueva York.
Cai recibió el premio de la Cultura de Diseño de Japón en 1995 y el premio León de Oro en la 48 edición Venice Biennale en 1999. En los siguientes años, consiguió el séptimo premio de Arte de Hiroshima (2007), el 20 premio asiático Fuuoka (2009), y el primer lugar de AICA en el mejor proyecto en espacio público: “Fallen Blossons” (2010). También fue comisariado del primer pabellón chino en la 51 edición de Venice Biennale, 2005, y fue elegido como director visual y de efectos especiales en la apertura y en el cierre de la ceremonia de los Juegos Olímpicos de 2008 en Pekín. En 2012, fue nombrado uno de los 5 galardonados para el prestigioso Premio Imperial. Además, fue también de, entre 5 artista, el que recibió el premio del primer U.S. Departamento del Estado, la medalla del arte por su destacado compromiso del cambio de la cultura internacional.
Entre sus exhibiciones y proyectos, incluido Cai Guo-qiang en el Tejado (on the Roof): Transparent Monument, que se mostró en el Museo Metropolitano de Ate de Nueva York en 2006 y su retrospectivo I Want to Believe, que abrió en el Museo Solomon R. Guggenheim de Nueva York en febrero de 2008 antes de viajar al Museo Nacional de Arte de China en Pekín, agosto de 2008 y luego en el Museo Guggenheim de Bilbao en marzo de 2009. En 2011, Cai apareció en la exhibición solo llamada Cai Guo- Qiang.
En 2012, el artista apareció en tres exhibiciones: Cai Guo-Qiang: Sky Ladder (Museo de Arte del Condado de Los Ángeles), Cai Guo-Qiang: Spring (Museo de Arte de Zhejiang, Hangzhou, China), y A Clan of Boats (Fundación Faurschou, Copenhage, Denmark). Su primera exhibición independiente en Brasil fue Da Vincis do Povo, frecuente para ver en Brasilia en el Centro Cultural Banco do Brasil y Museo dos Correios. Después de estas exhibiciones en tres ciudades distintas, Da Vinci do Povo viajará a São Paulo y Río de Janeiro en primavera y finales de 2013. Su próxima representación, Cai Guo-Qiang: Falling Back to Earth, se abrirá en noviembre de 2013 en la Galería de arte Moderno de Australia.es.wikipedia.org
Wan Hu, en la silla propulsada por cohetes
ResponderEliminarViajar al espacio siempre ha sido una de las grandes aspiraciones del ser humano a lo largo de toda su historia. Si hace algún tiempo comentábamos el alocado programa espacial desarrollado por Zambia durante los años 60, hoy descubrimos a Wan Hu, un chino que hace quinientos años pudo haber arrebatado al ruso Yuri Gagarin el honor se ser el primer hombre en abandonar el planeta.
Aunque casi todo el mundo piensa que China se ha incorporado a la carrera espacial hace relativamente pocos años, según cuenta Javier Sanz en su blog «Historias de la Historia», ganador del Premio Bitácoras 2011 al Mejor Blog Cultural, el primer astronauta del país fue Wan Hu, un funcionario de la corte imperial de la dinastía Ming que vivió en el siglo XVI.
Wan Hu, cuya historia también recoge la web de la NASA, siempre sintió cierta atracción por las estrellas y secretamente soñaba con poder viajar hasta ellas. Según cuenta la leyenda, una noche mientras contemplaba un exhibición de fuegos artificiales pensó que podía utilizar la propulsión de se tipo de cohetes para intentar cumplir su sueño de viajar al espacio.
Tras realizar diversos cálculos y estudios, Hu diseñó y construyó una nave espacial muy rudimentaria y que, probablemente, no contemplaba la posibilidad de regresar a la Tierra. Esta primera «lanzadera» de la historia no era más que una plataforma de madera a la que se había fijado una silla y dos cometas que, una vez en el aire, le ayudarían a sostenerse. Bajo ella, 47 cohetes de gran tamaño proporcionarían el impulso necesario para elevar la estructura y al propio Wan Hu.
El día escogido para el lanzamiento y vestido con sus mejores galas, se subió a la silla y ordenó a 47 ayudantes, uno por cohete, que con unas largas antorchas prendiesen las mechas al mismo tiempo. Tras una gran explosión, y cuando el humo se hubo disipado, los sirvientes comprobaron que la nave y Wan Hu habían desaparecido.
Desde ese día nada más se supo del primer astronauta de la historia. Probablemente, no llegó a elevarse más de varias decenas de metros. Su nombre, en cambio, llegó a traspasar la atmósfera terrestre en forma de cráter en la cara oculta de la Luna.
www.abc.es