La protesta de Doris Salcedo por un pronto acuerdo

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  1. Las vanguardias progresistas del arte moderno estaban ligadas al ideal revolucionario –y no pocas veces utópico- de transformar las condiciones impuestas por la ideología capitalista, partiendo de estéticas que pudieran modificarlo mediante acciones estratégicas de intervención social, empleando al arte como herramienta simbólica. La mayor derrota fue creer que la dimensión del arte pudiera provocar efectos culturales y políticos en las estructuras sociales, olvidando que el capitalismo opera con sus propias lógicas simbólicas, y que no pueden ser ignoradas, porque constituyen un pensamiento cultural que al pasar desapercibido por aquellas fuerzas que actúan desde el campo del arte, ven reducidas ellas mismas su capacidad de alcanzar los objetivos que persiguen. Es cuando creemos que lo simbólico del arte actúa contra la realidad objetiva, entendida esta como un substrato no simbólico

    Teniendo en cuenta estas líneas generales, vale la pena analizar la última acción de Doris Salcedo el pasado 12 de octubre en la Plaza de Bolívar de Bogotá titulada “Sumando ausencias”, en donde a partir de una convocatoria, la instalación buscó ser una acción colectiva entre la sociedad civil, estudiantes, artistas y víctimas del conflicto para visibilizar públicamente los nombres de las víctimas del conflicto armado como un acto transgresor ante el instante que se vive y los acuerdos de paz. La acción propuesta por Salcedo consistía en ilustrar colectivamente los nombres de las víctimas con cenizas sobre una tela blanca que ocuparía 7 kilómetros y cobijaría toda la Plaza de Bolívar[1]. Y en efecto ¡Doris lo hizo otra vez!

    Esta acción de Doris Salcedo tuvo cuatro momentos claves: la participación controlada del público, la diseminación de las telas en la Plaza hasta llenarla casi que en su totalidad, la imagen final y el modelo subrepticio de producción que subyace a toda esta puesta en escena. Cuatro actos que tienen cada uno su instante crítico. Para la participación lo más lamentable es que se haya excluido la posibilidad de aportar historias, nombres de carne y hueso contados desde las propias víctimas para darle mayor tejido social a una propuesta que nace de esa misma premisa: la participación. La contingencia económica, la presión del tiempo para llenar las telas con sus nombres, los costos de producción ahogaron por un momento la autonomía conceptual de la propuesta, probablemente el componente más político que tenía mediante la participación ciudadana. Y por ello mismo resulta claro que no se haya reprimido de eliminar otros componentes clave que estaban y están actuando en la Plaza: señalamiento a los miembros de Asfaddes para que se quitaran sus camisetas y el campamento por la paz, como modelo de participación, de disenso, de protesta. Ya lo que vino, una vez desalojada la plaza, fue un ejercicio de cooperación ciudadana completamente anestésico, hábilmente manipulado y sin ninguna articulación con la esencia de la plaza misma: el disenso y las multitudes. Y es importante no confundir esto, con la presencia y el respeto que se merecen todos aquellos que participaron del evento, más allá del debate que la propuesta de Doris Salcedo ha levantado.(...)
    esferapublica.org

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