miércoles, 15 de marzo de 2017

"ORFEO"-GUSTAVE MOREAU

Gustave Moreau - “Orfeo” (1865, óleo sobre tabla, 155 x 99 cm, Museo d’Orsay, París)
Rematamos nuestra serie sobre Orfeo con una de las obras más conocidas de Gustave Moreau y una de las grandes joyas del arte simbolista. Cuando presentó el cuadro en el Salón de París de 1866, Moreau se vio en la obligación de explicar un poco el tema de la obra porque la gente no lo acababa de pillar. Según dijo, después de que Orfeo fuese despedazado por el grupo de féminas salvajes, su cabeza y su lira fueron arrastradas por la corriente del río Hebro (sí, con hache) hasta la costa de Tracia, donde se supone que las recogió esta bella joven. La verdad es que el hombre se hizo un poco de lío con la historia ya que, según el mito, fue en Tracia donde asesinaron a Orfeo y la cabeza y la lira llegaron flotando a la isla de Lesbos, por tanto la muchacha del cuadro tendría que ser lesbiana en vez de tracia, aunque en el fondo da igual porque la obra sigue siendo maravillosa. La chica ha colocado la cabeza del poeta sobre su lira y la observa con una melancolía contagiosa. Sorprendentemente, a pesar del largo viaje acuático, la cabeza incorrupta sigue manteniendo toda su hermosura. De hecho, no se diferencia mucho del rostro de la chica, como si fuese su propia imagen reflejada (aunque sabemos que ella no tiene los ojos cerrados). El vestido de la joven, decorado con bordados, joyas y flores, es pura filigrana, una de las marcas de la casa Moreau. Las tortugas que vemos a sus pies están relacionadas con Orfeo ya que, según el mito, la primera lira se fabricó a partir de sus caparazones. El paisaje crepuscular que rodea a las figuras es una reinterpretación de los que pintaba Leonardo da Vinci, un escenario perfecto para esta escena misteriosa. La conversación muda entre la joven y Orfeo llena la obra de silencio. Los pastores que tocan sus instrumentos en lo alto de las rocas parecen estar demasiado lejos para turbar la quietud de la escena. Es como si la muerte de Orfeo hubiese dejado al mundo huérfano de música. 
www.elcuadrodeldia.com

1 comentario:

  1. Orphée [Orfeo]

    En la mitología griega, el genio poético y musical de Orfeo era tanto que incluso encantaba a los animales salvajes. Por desgracia encantó a las Ménades, que lo descuartizaron tras la muerte de Eurídice, para castigarlo de haber rechazado sus insinuaciones.
    Gustave Moreau prolonga el mito, mostrándonos a una chica joven, ataviada con ropas orientales, que recoge la cabeza del poeta. ¿A caso pretende esta bondadosa virgen hacer olvidar la locura de las Bacantes?

    La cabeza descansa encima de la lira del poeta, mientras que la jovencita le hecha una mirada melancólica. Ambos rostros, de ojos cerrados, de una extraña semejanza, parecen absortos en una infinita contemplación. Al horror del suplicio evocado, sucede esta apaciguada escena que misteriosamente se salva de la morbidez, sumergida en una luz crepuscular, sobre fondo de paisajes fantásticos a la Leonardo. La composición oblicua recuerda un naipe, donde los músicos de la esquina superior izquierda hacen eco a las tortugas, abajo en la derecha, cuyo caparazón había servido, según el mito, a fabricar la primera lira.

    En Orfeo, presentimos la emergencia de un universo semi fantástico, con inquietantes atmósferas, impregnado de ambiguos encantos. El estilo de Moreau alcanzará su madurez hacia 1870: los claro-oscuros dorados, las complejas composiciones, el clima a su vez sensual y místico, constituyen sus principales características, y se van colocando aquí.
    Por todos estos motivos, Moreau se cuenta como una determinante personalidad del simbolismo.
    musee-orsay.fr

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