miércoles, 8 de marzo de 2017

RAQUEL FORNER, NACIÓ EN BUENOS AIRES EN 1902 Y MURIÓ EN 1988 EN LA MISMA CIUDAD

 Mujeres del mundo (Serie España), 1938

El drama

​“Necesito que mi pintura sea un eco dramático del momento que vivo”, declaraba Raquel Forner en 1938 después de haber presentado Mujeres del mundo, una de las obras que integra la larga saga de piezas que realiza a partir de 1937 ligadas al drama de la guerra (la española primero, la mundial luego). Puso su trabajo al servicio de la causa de la República, de la libertad, del respeto por los derechos humanos y fue entonces cuando desplegó su producción, desarrollando una figuración contundente que buscaba representar a través de su síntesis simbólico-plástica los hechos y de este modo denunciar los crímenes del hombre contra el hombre.
En este sentido, Forner se presenta como una artista argentina clave dentro de este proceso de reposicionamiento frente a la realidad mundial contemporánea produciendo en este contexto su Serie de España (1937-1939) y la del Drama (1939-1946). Sus obras resuelven de una manera particular las tensiones entre arte y vida, arte y política, y se instalan con entidad propia con nuevas respuestas a través de una nueva mirada; su condición de mujer no constituye un dato menor, ya que la misma conduce a revelaciones diversas sobre la crisis del mundo contemporáneo.
Forner había comenzado su carrera como artista plástica en el clima de ebullición y reconstrucción de la década del veinte, en los primeros años del período de entreguerras. Entonces la novedad ganaba terreno en distintos frentes dentro del campo cultural. También operó activamente sobre el ámbito de las artes plásticas en Buenos Aires que transitaba, hacia los años veinte, por un proceso de consolidación creciente a la vez que comenzaba a experimentar las tensiones que supuso el impacto de la modernidad y la emergencia del “arte nuevo”. Desde las páginas de los diarios, las palabras “arte moderno”, “vanguardia”, “nueva sensibilidad”, “joven generación” se hicieron cada vez más frecuentes. Los ecos de las exposiciones europeas llegaban a través de corresponsales especializados, que trasladaron los debates artísticos de los centros europeos a la prensa local. El viaje a Europa constituyó dentro de este proceso una instancia necesaria para los jóvenes artistas. Forner no fue una excepción: España, Italia y el Marruecos español fueron sus recorridos, Francia, concretamente París, su lugar de asentamiento (1929-1931).
Ya en 1928 la prensa porteña, a partir de su presentación en el Salón Nacional de Bellas Artes señaló: “Forner es una artista atenta al ritmo de la época, se define con netos perfiles en el grupo de vanguardia […] expresa su realidad que no supone reinterpretación literaria del mundo de referencia, sino apoyo consciente en las cosas sensibles” (1).
A su regreso en 1931, encontró en Buenos Aires un ambiente de afirmación del espacio para las artes y dentro de él un sitio para el “arte nuevo” que era necesario seguir construyendo. En el transcurso de la década del veinte y avanzando sobre la del treinta, habían ido sumándose las exposiciones de artistas argentinos y extranjeros representativas de las nuevas tendencias. Buenos Aires se había convertido, en pocos años, en un fructífero campo de batalla entre lo que se reconocía como la estética consagrada – la de un naturalismo decimonónico heredero del impresionismo y de la pintura regional española– y las nuevas propuestas plásticas signadas –más allá de sus variaciones– por otra comprensión de la forma, por una figuración en la que se revisan, desde una mirada moderna, las enseñanzas clásicas y las propuestas cezannianas junto a las experiencias de la primera vanguardia.
Por otra parte sobre los años treinta, la realidad nacional e internacional que iba inundando el panorama de artistas e intelectuales, invadió también el horizonte mental de Raquel Forner: la guerra civil y la Segunda Guerra Mundial la obligan a observar el paisaje caótico del mundo y a operar un viraje hacia el compromiso con la actualidad. Se identificó con las luchas que encarnó el Frente Popular –la internacional antifascista– y dio un nuevo rumbo a su obra construyendo una iconografía poderosamente expresiva centrada en la imagen de la mujer como protagonista. El sentido dramático tiñe su obra en estos años. En 1937 comienza su Serie de España, en 1939 la del Drama, que tendrá continuidad hasta 1946, año en que inicia la serie Las rocas.
La Serie de España y El drama están atravesadas por lo patético instalado en un paisaje trágico y violento que desgarra a los personajes. En las obras de Forner de las décadas del treinta y el cuarenta, el color cede lugar a los contrastes de valores y la intensidad dramática reside en la producción de paisajes y figuras desgarradores. Confusos paisajes ensombrecidos con la densidad atmosférica posterior a una explosión. La tierra, los árboles, los vestigios de arquitecturas y de seres humanos construyen estas vistas del horror: escenarios que constituyen una síntesis densa entre los paisajes exteriores de la devastación y los paisajes interiores de la desolación, la desesperanza y el desconcierto del hombre o más precisamente de la mujer, a partir del subrayado que hace la artista, frente a un mundo enajenado.
La obra de 1942 El drama se presenta como una síntesis de varias otras piezas que integran la saga del dolor humano contemporáneo. Una serie de dibujos preliminares, sencillos y monumentales dan paso a este trabajo complejo sobrepoblado de personajes y elementos que, en conjunto, buscan un sentido narrativo que no permita la duda sobre la posición que se está sosteniendo frente al drama de la guerra. Varias mujeres protagonizan el primer plano. La propia imagen aparece quebrada en el retrato que está abandonado en el suelo con otros elementos como el globo terráqueo, un conjunto de papeles y una mano con la llaga de Cristo. Hacia el interior del plano, el panorama es desolador: cuerpos consumidos, la humanidad encarnada en la muerte, árboles quemados, tierras yermas y la atmósfera que se respira después de un bombardeo rodean la escena. Toda una declaración de principios planteada con la vocación de un “nunca más”.Diana B. Wechsler

Notas al pie

www.bellasarte,gob.ar

3 comentarios:

  1. ÍCARO, Raquel Forner (pintura) 1944

    Profundos, ásperos, inquietantes, esos dos ojos se pierden en la lejanía como atravesando el alba que da tiempo y espacio a su rostro mutilado: cada uno de ellos es una noche en un rostro que no parece formar parte de ninguna cabeza, como si fuese más bien una máscara, una cara sin otro fondo que esos ojos. La frente rasgada por las ramas cercanas que se confunden con los breves jirones de cabellos, las cejas despojadas y la palidez terrible de la piel no hacen más que incrementar la atención sobre la mirada, sobre ese sitio de la construcción pictórica en que el espectador se refugia por primera vez para iniciar un recorrido desde allí por el resto de los colores, imágenes y manchas. No se trata, creo, del punctum, según lo entiende Barthes, de aquello que punza y provoca dolor o goce, de aquello que sale al encuentro del spectator –a ello me referiré más adelante–, sino de un anclaje necesario para comenzar una búsqueda de sentido, algo así como una referencia ante cualquier extravío del ojo que ve. Gigante y destacado en cuanto a su tratamiento material y espacial, este rostro y esos ojos funcionan, sin duda, como el pilar en que se sostiene la obra.
    En los epígrafes del trabajo se oyen dos voces desbordadas ante una visión: el yo–lírico del poema de Alejandra Pizarnik se encuentra de repente lleno de muertos y “palabras crispadas”; Raquel Forner se descubre, “sin proponérselo”, en medio de acontecimientos que dieron vida a sus obras. Igual de desbordado me encuentro ante el cuadro en cuestión, esos ojos del primer párrafo (el punto de partida) no bastan para dar cuerpo a estas páginas, pero Forner ofrece un dato inestimable, un título: “Ícaro”. Así, anclado en esa primera mirada de la máscara y sostenido por el gentil paratexto me dispongo al abordaje de la mencionada obra.
    -Julián Fiscina.


    DÉDALO E ÍCARO: EL FUTURO DE LA CIENCIA, Haldane J.B.S y Russel, Bertrand


    En 1923, mientras Europa trataba de restañar las profundas heridas causadas por la todavía reciente Gran Guerra, el bioquímico John B. S. Haldane recogió sus reflexiones acerca del valor de la ciencia y de la tecnología aplicadas al desarrollo de la sociedad en un ensayo titulado Dédalo o la ciencia y el futuro. Su obra, tan irónica como optimista, y que abordaba temas tan fascinantes como la relación entre arte y ciencia o entre moral y progreso, fue contestada por el filósofo Bertrand Russell en su opúsculo Ícaro o el futuro de la ciencia, texto acaso más escéptico que el de su interlocutor, pero no menos fecundo en sus implicaciones epistemológicas. Transcurridos más de ochenta años desde la polémica entre dos de los mejores cerebros del siglo XX, muchos de los contenidos del debate permanecen de plena actualidad. Así, un lector atento podrá rastrear en las páginas del presente volumen asuntos de tal vigencia como la ingeniería genética o la biomedicina, sin olvidar las siempre problemáticas relaciones existentes entre política y ciencia.
    dedaloeicaro2blogspot.com.ar- Se puede consultar este blog para mayor información.

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  2. Sobre el grupo de París
    Forner. Menú del 31 de diciembre de 1929
    Menú del 31 de diciembre de 1929, realizado por
    Raquel Forner
    El 31 de diciembre de 1929 Víctor Pissarro, Alberto Morera, Pedro Domínguez Neira, Raquel Forner, Horacio Butler, Juan Del Prete y otros amigos se reúnen en París para festejar la llegada del año nuevo. En la Fundación Forner-Bigatti se conserva un humorístico menú, firmado por los asistentes –alguno en confesa emoción etílica–, que testimonia el acontecimiento.
    Por esa época también residen en la capital francesa, otros artistas argentinos que –favorecidos por becas o a su propio coste– han hecho el ya clásico “viaje de perfeccionamiento”. Entre ellos conviene mencionar aquí a Héctor Basaldúa, Aquiles Badi, Alfredo Bigatti, Antonio Berni y Lino Enea Spilimbergo.

    Butler, Basaldúa, Berni y Spilimbergo
    Butler, Basaldúa, Berni y Spilimbergo. París, 1928
    La actividad de estos jóvenes artistas no es desconocida en Buenos Aires. Actúan en nuestro medio “a distancia”: organizan exposiciones, efectúan envíos a los salones y, en general, se los conoce como “los muchachos de París”. Recorren los museos, asisten a las academias libres y también pasan por renombrados talleres de la época. En suma, viven la bohemia parisina de la segunda década del siglo XX.
    A su regreso al país, en la década del ‘30, integran al contexto del arte argentino influencias que provienen de las tendencias vigentes en el viejo mundo, contribuyendo a la renovación del ambiente artístico local, no sólo en cuanto al lenguaje plástico, sino también en lo concerniente a la enseñanza y a los mecanismos de exposición y difusión artística.
    cvaa.com,ar-Centro virtual de arte argentino. Centro Cultural Recoleta

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  3. Las obras de Raquel Forner, resuelven de un modo particular las tensiones entre arte y vida-arte y política. Por motivos sociales y políticos se celebra el día de la mujer. Fueron su inicio estas luchas.
    La base material sobre la que se asiente el patriarcado estriba fundamentalmente en el control del hombre sobre la fuerza del trabajo de la mujer.
    El poder, no siempre es cuestión de fuerza. La sumisión se ejerce por medio de la sexualidad. El poder se ejerce mediante relaciones de inclusiones y exclusiones, dominación y subordinación.
    Las mujeres como artistas, tuvieron condiciones desfavorables. Se las excluyó del entrenamiento en el dibujo de desnudo de las clases de anatomía de las academias, y se vieron restringidas por ideologías sociales que predicaban a las mujeres una feminidad basada en el logro de ciertas habilidades, en lugar de la ambición profesional y la dedicación a la excelencia.Su pobreza artística en el pasado se explica en términos de restricciones y discriminación. Algunas mujeres han tenido que pagar un elevado precio para obtener su maternidad.
    Las mujeres nos enfrentamos a la realidad de nuestra historia. Quiero dejar constancia de mi adhesión a la lucha docente. Es muy injusto, la situación en la que se encuentran; se aprovecha para inflar una mediocridad que no es tal. Es provocada por bajos salarios, no se promueven cursos de perfeccionamiento y actualización. No tengo datos en este momento; se otorga el título de Maestra Normal Nacional? en alguna Institución Oficial o Privada?La coyuntura presente es el único momento de transformación potencial de una situación muy injusta de docentes, alumnos y padres en todos los niveles de la enseñanza.

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